Un libro analiza la ambigüedad de ilustres intelectuales frente a Franco

Ortega, Marañón, Unamuno y Baroja fueron algunos de los intelectuales que apoyaron, a veces desde el entusiasmo, otras desde la ambigüedad, a Franco, según documenta Jesús Palacios en La España totalitaria (1936-1946). Palacios reúne por primera vez todas las cartas, algunas inéditas, entre Hitler y Franco. De ellas se deduce que Franco fue a Hendaya muy dispuesto a entrar en la II Guerra Mundial.

"Si los rojos (ahora y siempre, comunistas, rusos) ganaran, yo no volvería jamás a España. Si los otros ganan, con sus defectos y todo, iré", escribe Gregorio Marañón, desde su exilio en París, a Menéndez Pidal. Y Ortega y Gasset relata a Marañón, en octubre de 1938: "El traductor mío ha estado por ahí haciendo el rojo y hace un año lo repudié". En otra de las casi 600 páginas de La España totalitaria (Planeta), Ortega denuncia que algunos destacados intelectuales (como él mismo, Marañón, Pérez de Ayala y Juan Ramón Jiménez) fueron presionados por los republicanos para firmar el manifiesto de apoyo a su causa."En estos momentos soy partidiario de una dictadura militar que esté basada en la pura autoridad... Yo no puedo tener simpatía por esa turba tradicionalista, defensora de la religión... Tampoco experimento la menor estimación por esa plebe socialista de Madrid", dice Pío Baroja en unos artículos editados en Santiago de Chile.

Según Palacios, la fuerte polarización entre dos bandos absolutamente irreconciliables, tras la revolución de Asturias, en 1934 (uno de carácter socialista-marxista, en torno al Partido Socialista; otro de tintes totalitarios, en torno a Acción Popular, de Gil-Robles), fue "lo que provocó el apoyo de estos intelectuales a Franco, desmoralizados por el deterioro de la II República".

Palacios, periodista y autor de Los papeles secretos de Franco, también recoge cómo Cela, con 21 años y declarado inútil para el servicio militar, se ofrece al Glorioso Movimiento Nacional "para prestar datos sobre personas y conductas. Y solicita el ingreso en el Cuerpo de Investigación y Vigilancia".

La respuesta de los obispos a una carta colectiva a favor de la guerra civil (que califican de cruzada) fue "entusiasta", según el libro, salvo dos excepciones: las diócesis de Vitoria y Tarragona.

La entrevista en Hendaya entre Hitler y Franco, el 22 de octubre de 1940, es otro de los hechos que trata La España totalitaria. Franco, según Palacios, no salió aburrido de ella, sino indignado: había negociado antes con Hitler que España entraba en la II Guerra Mundial a cambio de obtener la parte de Marruecos francesa y el Oranesado (Francia ya había caído). Pero se encontró con que Hitler había cambiado de idea, ante la negativa del régimen francés de Vichy.