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Menchú niega que haya falsificado la historia de su vida

Juan Jesús Aznárez

La premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú negó anteayer que haya falsificado la historia de su vida, y subrayó que el libro Yo, Rigoberta Menchú recoge su verdad, su percepción personal de los hechos. Según la autora, el libro es un testimonio, no una autobiografía, sobre los asesinatos y atrocidades cometidos en Guatemala por el Ejército y los escuadrones de la muerte contra la población civil sospechosa de colaborar con la guerrilla. En su primera comparecencia ante la prensa desde que, a principios de mes, un libro del antropólogo norteamericano David Stoll y un reportaje de The New York Times la acusaran de exagerar o inventar pasajes sobre su vida, Menchú evitó entrar en detalles y reclamó su derecho a disponer de su propia memoria histórica "como mujer y como guatemalteca". "Todavía no he escrito mi biografía", afirmó la escritora, quien sostuvo que la idea central es que su padre, su madre y al menos dos hermanos murieron a manos de las fuerzas de seguridad. Directivos de la Fundación Rigoberta Menchú subrayaron que "su testimonio tiene el valor de constituir el relato no de un testigo, sino la vivencia de una protagonista y la interpretación de lo que vieron y lloraron sus ojos, lo que oyeron sus oídos y lo que a ellos les contaron". "Sus muertos, muertos están", indica la fundación, "y eso no lo niega ni el investigador, ni sus fuentes, ni los firmantes de la paz que puso fin a la tragedia guatemalteca. Ni importa si los quemaron vivos o muertos, con queroseno o con fósforo blanco, y nadie tiene derecho ni autoridad para regatearle el dolor que su corazón ha sentido y siente"."Mi madre fue violada, asesinada (...) Si fue o no fue comida por los animales, dejemos trabajar a los investigadores, y puede ser que la madre comida por los animales sea la madre de otra india", dijo Menchú, que reconoció haber sido alfabetizada en un colegio privado de Guatemala, dos veces a la semana, tres horas al día, pero fuera del curso normal, después de terminar su trabajo como sirvienta en el centro. No citó este extremo, dijo, para amparar a las monjas que lo administraban.

Ante la acusación de que sigue vivo su hermano Nicolás, cuya muerte se relata en el libro, la Nobel de 1992 sostuvo que tenía dos hermanos con dicho nombre. Es normal, precisó, que entre las familias mayas se repitan dos y hasta tres veces los nombres.

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