Hallado un nuevo gen implicado en muchos tipos distintos de tumores
Las mutaciones en "Bcl 10" dificultan que las células precancerosas se suiciden
A estas alturas está claro que el cáncer se debe a las alteraciones de ciertos genes, generalmente sobrevenidas durante la vida del individuo. Casi todos esos genes son bastante específicos de uno u otro tipo de cáncer, lo que reduce su valor estratégico para el desarrollo de fármacos activos contra un amplio espectro de tumores. De ahí el interés de un gen recién descubierto, llamado Bcl 10, cuyas mutaciones aparecen en muchas clases distintas de tumores humanos. Estas mutaciones dificultan que las células precancerosas activen el sistema de suicidio celular programado, o apoptosis, que las quitaría de enmedio en circunstancias normales.Bcl 10 no es el primer gen de cáncer de amplio espectro. El principal precedente es otro gen llamado p53, cuyas alteraciones están asociadas a la mitad de los tumores humanos. Curiosamente, ambos genes tienen una relación muy directa con el sistema de suicidio celular.
Los científicos se pasan el día tratando de imaginar estrategias brillantes para encontrar genes interesantes en el abigarrado pajar del genoma humano. Pero Martin Dyer y sus colegas del Instituto para la Investigación del Cáncer del Reino Unido no lo han necesitado esta vez: las alteraciones en el material genético de unos tumores (linfomas) de tres pacientes les han señalado el camino, aunque por una vía tortuosa. Los resultados se han presentado en la revista técnica Cell (8 de enero).
Todas las células del cuerpo contienen todos los genes humanos, pero sólo algunos están activos en cada tipo de célula. En las células de la sangre que constituyen el sistema inmune (linfocitos y otras), los genes más activos son los que fabrican los anticuerpos. Los genes que fabrican anticuerpos tienden a romperse, barajarse y pegarse en un nuevo orden, y también a sufrir muchas mutaciones más pequeñas. No se trata de un error: los linfocitos utilizan esos mecanismos para producir muchos anticuerpos distintos, ya que tienen que enfrentarse a infinidad de agentes infecciosos diferentes.
Pero el sistema de barajado se equivoca a veces, con nefastas consecuencias. Un cromosoma no es más que una hilera de unos pocos miles de genes.
Cuando un gen que fabrica anticuerpos se rompe para barajarse, el cromosoma también se rompe por ese punto. Y a veces se pega a otro cromosoma por error. Esto es lo que pasa en algunos casos de cáncer de los linfocitos, también llamados linfomas o leucemias. Cuando un gen que fabrica anticuerpos se rompe y se pega a otro gen de otro cromosoma, le contagia su alto nivel de actividad. Si ese error cromosómico provoca cáncer, lo más probable es que se deba a la excesiva actividad del segundo gen, lo que señala a éste como un excelente candidato a oncogén (gen implicado en cáncer).
En tres casos de linfoma estudiados por el equipo británico, un gen que fabrica anticuerpos se había pegado por error a otro gen desconocido, que quedó así identificado como candidato a agente causal de esos tumores. Los investigadores lo denominaron Bcl 10 (las siglas en inglés de linfoma de las células B, un tipo de linfocitos).
Pero el nombre se les quedó corto, porque el equipo británico ha comprobado después que las mutaciones en Bcl 10 aparecen también asociadas a muchos otros tipos de tumores, entre ellos el 80% de los mesoteliomas y el 40% de los cánceres de las células germinales masculinas. Por el momento, los científicos no han tenido tiempo de examinar el gen en muchos otros tipos de cáncer, pero considerando los ya vistos como una muestra, es probable que Bcl 10 iguale la marca de p53.
Un error productivo
Ocurre a veces que las estrategias genéticas funcionan, pero por la razón equivocada. Éste ha sido el caso de Bcl 10. Martin Dyer y su equipo habían razonado que la yuxtaposición con un gen que fabrica anticuerpos debía provocar la activación excesiva de Bcl 10 en los linfocitos, y que eso debía conducir de algún modo al desarrollo del linfoma.Efectivamente, Bcl 10 está hiperactivo en las células del linfoma. Puesto que el análisis del gen reveló que debía estar implicado en el sistema de suicidio celular, Dyer dedujo que el gen normalmente dificultaba el suicidio, y que su hiperactividad lo evitaba por completo, permitiendo que las células cancerosas sobrevivieran: una teoría redonda.
Por desgracia, los experimentos revelaron que Bcl 10 no sólo no dificultaba el suicidio, sino que lo promovía.
Los estudios posteriores resolvieron el enigma: además del barajado cromosómico, los linfomas tenían un segundo error en Bcl 10: una pequeña mutación que destruía su funcionalidad. El culpable de esto también es el gen que fabrica anticuerpos.
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