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El Gobierno de Cuba acoge con escepticismo la decisión de Clinton de suavizar el embargo

El presidente de EEUU, Bill Clinton, autorizó el martes la venta de alimentos y productos agrícolas a particulares en Cuba, entre otras medidas liberalizadoras, pero la decisión no ha hecho muy feliz al Gobierno de Fidel Castro, a juzgar por la cautela de las primeras reacciones en la isla. "No es la primera vez que se anuncian iniciativas que realmente no van a la raíz del problema: un bloqueo injusto", declaró el ministro de Exteriores cubano, Roberto Robaina, a su llegada ayer a Haití para una visita oficial. Cuba esperará a ver qué dan de sí las nuevas medidas, dijo.

En la isla, mientras, la televisión oficial fue más explícita que Robaina. Las medidas anunciadas por la Casa Blanca "suavizan poco el embargo y serán difíciles de materializar en muchos casos", señaló el principal informativo de la tarde. La cautela en Cuba, tanto de los medios oficiales como del ministro de Exteriores, parece hacer referencia al hecho de que las ventas de alimentos y de productos agrícolas, incluidos maquinaria y fertilizantes, han sido autorizadas tan sólo a "organizaciones no gubernamentales", propietarios de restaurantes privados y grupos religiosos y caritativos, lo que excluye, en principio, al propio Gobierno y a sus agencias, que controlan la inmensa mayoría de la economía de la isla.

La intención de Washington, claramente, ha sido "fortalecer la sociedad civil y el crecimiento de la iniciativa privada en Cuba", según declaró ayer una fuente oficial estadounidense. La decisión de Clinton, aseguró, trata de distinguir claramente entre el pueblo cubano y el Gobierno de Castro, ayudando a los ciudadanos y tratando de ahogar a este último.

Además de la venta de maquinaria y productos agrícolas, Washington ha autorizado los vuelos a Cuba desde cualquier parte de EEUU, y el envío por parte de cualquier residente de 1.200 dólares (cerca de 170.000 pesetas) anuales. Otra novedad es la creación de un servicio de correo directo entre ambos países, junto con la autorización a un equipo de béisbol, los Orioles de Baltimore, para que acudan a La Habana y arregle dos partidos con un equipo cubano.

Las autoridades de La Habana guardaban silencio, pero la mayoría de voces, excepto las del exilio radical en Miami, consideraban positiva la decisión de Clinton. El presidente de la Asociación Cubano-Española elogió la medida porque servirá para "desenmascarar" a Castro, que "ya no podrá culpar más a EEUU del hambre que pasan los cubanos".

Mientras Washington se abría ligeramente a La Habana, en París se presentaron ayer tres querellas contra Castro. Dos por "crímenes contra la humanidad" y otra por "tráfico internacional de estupefacientes". Esta última se presentó a nombre de Ileana de la Guardia, hija del coronel Antonio de la Guardia, fusilado en La Habana en 1989 en un oscuro proceso por narcotráfico, pero que numerosos observadores consideran que fue una maniobra de Castro para librarse de mandos militares que le resultaban incómodos.

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