Polanco recibe un homenaje en México por su intensa labor latinoamericanista
El presidente del Grupo Santillana, premiado con la medalla al Mérito Editorial
El presidente del Grupo Santillana, Jesús de Polanco, recibió el homenaje y la medalla al Mérito Editorial de la XII Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), un galardón que le distingue como el editor más destacado en la promoción del libro y el desarrollo intelectual. "Nuestro homenajeado ha impulsado como pocos la industria cultural y ha tendido innumerables puentes de comunicación cultural entre los países de habla hispana", destacó Raúl Padilla, presidente de la FIL, una exposición que este año agrupa a 923 editoriales de 36 países y presenta 74.000 títulos.
"Reconocemos no sólo a un editor excepcional, sino a una verdadera institución de la cultura cuya labor ha dejado una huella imborrable en el panorama de las letras y la cultura de Hispanoamérica". El rector de la Universidad de Guadalajara, Víctor Manuel Romero, y el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, entre otros destacados exponentes de la cultura de América Latina, acudieron la noche del domingo al abarrotado auditorio Juan Rulfo para asistir a la entrega del galardón.Los anteriores ganadores del Premio Arnaldo Orfila a la Edición Universitaria, fundamento de la medalla al Mérito Editorial, fueron el propio Arnaldo Orfila, argentino, uno de los principales artífices de la industria editorial latinoamericana; los españoles Joaquín Díez Canedo y Neus Espresate, el canadiense Jack McClelland, y los directores de La Flor, los argentinos Daniel Divinsky y Kuki Miller. "Eran editores profesionales, eran creadores, sabían distinguir lo que es el libro, la literatura que fluye, escogían, decidían. Yo no", precisó Polanco, que se declaró "absolutamente abrumado" por los honores recibidos. "Yo soy pura y simplemente un empresario. Un empresario que ha tenido dos grandes factores de suerte: encontrar una serie de colaboradores que hicieron la auténtica labor creadora, la auténtica labor profesional, la auténtica labor impactante, y el otro es haber trabajado en el mundo de nuestra lengua. Nuestra lengua tiene una riqueza impresionante, es un activo fundamental para nuestra cultura".
Jesús de Polanco nació en Madrid, de padres cántabros, en noviembre de 1929, y apostó por América Latina hace cuatro decenios, cuando su apasionado envite por este mercado de más de 300 millones de hispanohablantes entrañaba más riesgos que garantías de éxito. Entonces, con 28 años de edad, emprendió una relación personal y profesional con Latinoamérica que había de marcarle para siempre. Estudió Derecho y Ciencias Políticas. Tenaz y austero, sin retroceder cuando las dificultades parecían aconsejar un paso atrás, anticipó el futuro y cumplió la gran mayoría de las metas propuestas. Le acompañó en aquella vocación Francisco Pérez González, cántabro nacido en Buenos Aires, hoy vicepresidente del grupo editorial que incluye a Aguilar, Alfaguara, Altea y Taurus.
Durante la entrega del premio, el empresario español recordó las palabras pronunciadas en un homenaje anterior por el nicaragüense Sergio Ramirez, quien definió a América Latina como una potencia cultural con los pies descalzos: "Pobres como somos en estas tierras de América Latina, víctimas de conjuras monetarias que terminan en catástrofes, lejos de la justicia distributiva que se queda en retórica, lejos de los parámetros de educación que deberían llevarnos a un siglo XXI nuestro, y no inventado fuera de nuestras fronteras, lo que nos salva es la cultura". El editor retomó la reflexión del autor americano. "Yo le dije que nuestra cultura dispone de un buen calzado y dispone de grandes posibilidades para afrontar el futuro porque el futuro de nuestra cultura, como no hay que tener prisa, es absolutamente nuestro y va a ser absolutamente sorprendente".
Ocuparon la presidencia del auditorio el ex presidente de Colombia Belisario Betancur; el comunicólogo español afincado en México Eulalio Ferrer; el escritor mexicano Carlos Fuentes -a quien correspondió pronunciar el discurso de elogio a Jesús de Polanco-; el argentino Tomás Eloy Martínez; el consejero delegado del Grupo PRISA, Juan Luis Cebrián; el crítico literario Julio Ortega, y las directoras de la FIL, Margarita Sierra y María del Carmen Canales. "Los que vivimos en este lado del océano le debemos a Polanco el ordenamiento y relanzamiento de muchos de nuestros grandes escritores en volúmenes que se dejan llevar de un lado a otro, permitiendo que una obra entera se alce otra vez con la primera mirada", subrayó el argentino Tomás Eloy Martínez, autor de Santa Evita. "Así hemos recuperado a Cortázar, a Onetti, Julio Ramón Ribeyro, a Fuentes, a Roa Bastos, tal como lo he visto en los autobuses de Bogotá, en los trenes subterráneos de Buenos Aires, de Madrid y de México".
Para Julio Ortega, vendió los libros que quiso leer, publicó los que hubiese querido escribir, y multiplicó los libros que América Latina ha leído a lo largo de 30 años. "Polanco no sólo ha publicado una biblioteca sino que ha promovido una educación. EL PAÍS, posiblemente su mayor obra, no le ha puesto puertas a los campos de Castilla, no en vano es una empresa comunicativa de linaje de la España iluminada, heterodoxa y moderna. Para un latinoamericano que lo sigue desde sus inicios, este diario se ha convertido en una plaza pública".
"Desde mi juventud me he dedicado a un menester sencillo y hermoso: vender libros", subrayó en 1997 Jesús de Polanco, durante su investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Brown, en Estados Unidos. "Quizás así he purgado mi ambición de escribirlos, como purgué mi primera ambición de periodista contribuyendo a fundar EL PAÍS y, a partir de él, un grupo de medios de comunicación". Durante quince años dividió su tiempo atendiendo personalmente sus negocios en España y las editoriales abiertas en 16 naciones latinoamericanas. Agradece la suerte de haber conocido a fondo América Latina a la que anima a agruparse con España para hacer frente a los nuevos desafíos editoriales y tecnológicos procedentes del mundo anglosajón y Asia.
Betancur le recuerda como la clase de editores que visitaba a los pequeños clientes libreros, se tomaba un trago con ellos, viajaba y seguía buscando oportunidades, lectores, "dando aliento a su organización ante tantos sobresaltos económicos como ha sufrido la región en 40 años".
Eulalio Ferrer lo definió como hecho a fuerza de hacerse "en esa gran faena de la vida en la que el esfuerzo se corona con el éxito". "Es la admiración a la trayectoria de un hombre de acción y creación, de un empresario en todas las extensiones del término".
Babelia
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