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CUMBRE DE LA UE

Los Quince recuperan el impulso integrador pidiendo "más Europa" en economía y defensa

Xavier Vidal-Folch

ENVIADO ESPECIALLa cumbre de Pörtschach, clausurada ayer, sirvió para que los 15 líderes de la Unión Europea (UE) recuperasen el aliento integracionista. Enterraron el desmayado negativismo de la anterior (Cardiff, el pasado junio) y, frente a la idea de "menos Europa", afianzaron una estrategia para crear más Europa, sobre todo en economía y empleo, y, más modestamente, en defensa, justicia e interior. Bajo influencia francesa, fueron unánimes propugnando tipos de interés bajos como mecanismo preventivo para evitar que Europa caiga en la recesión.

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Bajo influencia del rodillo socialista alcanzaron la unanimidad, traducida después en un discurso común, del poscomunista Massimo d"Alema al derechista José María Aznar. A saber: Europa ha domeñado ya la inflación y el peligro ahora es caer en la deflación y la recesión. Por eso, el acento debe ponerse en el crecimiento económico. Receta: "Con la inflación baja se dan muy buenas condiciones para bajar los tipos de interés" -resumió el canciller austriaco y presidente de turno, Víktor Klima-, lo que abarata inversiones y reduce la carga de la deuda pública.¿Quién debe hacerlo? El Banco Central Europeo (BCE), respondieron al unísono. "Yo no puedo dar órdenes al gobernador del Banco de Inglaterra", ejemplificó el británico Tony Blair. Todos subrayaron que el tipo de interés es competencia del BCE en el ejercicio de su independencia.

Pero no actuando en el vacío político. Por eso, el italiano Massimo d"Alema subrayó que "los Gobiernos hemos hecho nuestros deberes" de rigor presupuestario, insinuando que ahora le tocará a Francfort (sede del BCE)mover ficha, relajando la política monetaria en vez de endurecerla para sacar pecho en búsqueda de un euro revaluado. En consecuencia, subrayaron la necesidad de un "diálogo" BCE-Gobiernos, pero que "no se puede interpretar en el sentido de presión y violación del tratado", repuntó el habilidoso italiano. Y es que se esforzaban para difuminar las tensiones iniciales entre el BCE y los políticos y por tranquilizar a los mercados.

Poder político

Sólo el francés Lionel Jospin se atrevió a subrayar los poderes de los políticos. Recordó que "el tipo de cambio es competencia de los Gobiernos y la futura relación entre euro y dólar es muy importante". Traducción de su primera frase: como los tipos de cambio y de interés interaccionan, el BCE no podrá chulear a los Gobiernos y habrá que llegar, mediante diálogo entre ambas partes, a soluciones satisfactorias para todos.Alcance de la segunda: un apoyo directo a la propuesta del inminente ministro alemán de Economía, Oskar Lafontaine, de crear una serpiente monetaria entre el euro, el dólar y el yen, cuyas paridades fluctuarían dentro de unas bandas de oscilación. Algo que irrita a Francfort. ¿Qué significa, en cifras, "tipos bajos"? ¿Sólo el 3,3% promedio de los mejores? ¿O bajar al 2,75%, como insinuó el portugués Antonio Guterres? Lo veremos. La mejor pista a favor de Guterres la ofreció el luxemburgués Jean-Claude Juncker. Su tesis es que, hasta el 1 de enero -entrada en vigor del euro-, hay que olvidarse de pedir a París y Bonn que bajen sus tipos, hoy del 3,3%. Pero, para entonces, cuatro países (Portugal, España, Italia e Irlanda) lo habrán hecho hacia ese nivel de convergencia. "Eso supondrá un impacto de medio punto" en el tipo promedio, "con lo que habremos hecho lo mismo que la Reserva Federal...", certificó. Es decir, una vez se hayan igualado ambas trayectorias, llegará el momento de reducciones adicionales.

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Además de este consenso, los Quince acordaron potenciar estímulos a la demanda y al empleo, en investigación y desarrollo, apoyo a las pyme y construcción de las durmientes redes transeuropeas de transporte y energía. Pero no echando mano del déficit, porque "no hay que destruir lo alcanzado", como dijo D"Alema. Serán ahora los ministros de Hacienda quienes propongan los mecanismos, sea la emisión de deuda comunitaria, el uso de las reservas sobrantes de los bancos centrales u otros.

Junto a este esquema de nuevo rumbo en la política económica europea, la cumbre subrayó la voluntad política de que "no vuelvan a producirse, como ahora, crisis internacionales y Europa esté ausente", resumió Aznar; el apoyo a China y Brasil (cabeza de puente de América Latina), que no deben pagar los platos rotos de las turbulencias, y la probable convocatoria de un nuevo G-7 sobre este asunto. Con menú triple: articular la transparencia de bancos centrales, exigir colaboración al sector privado para que no se apropie indebidamente de los flujos de ayuda, y debatir límites al movimiento salvaje de capitales.

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