Aplausos al viraje de Blair en el "entierro" de Cardiff
Los líderes aplaudieron a Blair, justo por propugnar -en temas de política exterior y de Defensa- lo contrario de lo que propuso, sobre casi todas las políticas, en su ruinosa cumbre de Cardiff: dar más pasos en la dirección de "más Europa".En síntesis, Blair ofreció flexibilidad, por ejemplo aceptando como hipótesis la integración de la UEO (siglas de la Unión Europea Occidental,la sesteante organización militar europea) en la UE, propuesta que era una de las bestias negras de sus antecesores, aunque siempre bajo hegemonía de la OTAN. Bravo. Pero a cambio exigió -el Reino Unido está legitimado para ello, es del pequeño grupo de los países serios en asuntos militares- "coherencia". Es decir, que en vez de llenarse la boca con críticas a EEUU, los europeos se obliguen a competir con ellos, realizando las inversiones necesarias en alta tecnología (satélites, aviones de transporte) y a coordinarlas.
La propuesta de Blair tiene claves internas. Su Administración está muy dividida en esto, y por primera vez, rompiendo la tradición, no la consultó. Para forzarla, la puso contra los hechos consumados, presentándola antes a sus socios. Y es que Blair teme que el Reino Unido, excluido de momento de la unión monetaria y de la libre circulación de personas garantizada por el acuerdo de Schengen, quede arrinconado en la periferia de la UE, poniendo en peligro su pretendido liderazgo. Solución, buscarlo por la vía de la política exterior y la Defensa.
En política exterior se alcanzó un interesante acuerdo: la figura que la debe personalizar, míster Pesc (Política Exterior y de Seguridad Común), deberá exhibir un perfil de político con experiencia de Gobierno, capaz de codearse con sus pares, en vez de un currículo de funcionario. La experiencia del candidato español, Carlos Westendorp, encaja con ese perfil.
Adiós a Cardiff
El aluvión de propuestas de futuro supuso el definitivo entierro de Cardiff, que se dedicó a satisfacer las urgencias coyunturales (subsidiariedad, guiño a los länder) del ya desaparecido canciller Helmut Kohl. Las críticas al supuesto intervencionismo de la Comisión quedaron ayer en nada. El presidente francés, Jacques Chirac, su más furibundo detractor, llegó a pedir nuevas directivas de Bruselas, como una dedicada a armonizar las normas nacionales sobre dopaje de deportistas.Las decisiones para mejorar el funcionamiento quedaron en medidas muy técnicas, tras rechazarse la obligatoriedad de que se celebren tres cumbres al semestre.
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