La Cumbre Iberoamericana pedirá la reforma del sistema financiero internacional
La crisis financiera internacional, que amenaza con reducir a cenizas los sacrificios realizados en los últimos años por la mayoría de las economías latinoamericanas, puso ayer de acuerdo a los ministros de Asuntos Exteriores iberoamericanos para pedir la reforma urgente del sistema financiero internacional y exigir una mayor estabilidad y transparencia del mercado de capitales.
Los ministros de Asuntos Exteriores de los 21 países que forman la Comunidad Iberoamericana apenas tuvieron dificultades para pactar el texto final, conocido como la Declaración de Oporto, que defiende un mayor control internacional en los movimientos financieros. España consiguió la creación de una secretaría permanente de cooperación; Perú y Ecuador acercaron posiciones en su problema fronterizo, y las negociaciones de paz entre el Gobierno y la guerrilla en Colombia recibieron el respaldo de la cumbre .
Globalización económica
El impacto de la globalización de la economía, que está haciendo temblar a las bolsas y a los Gobiernos de la mayoría de los países iberoamericanos, se ha convertido en el eje central de la VIII Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, que hoy comienza, con un formato más flexible y reducido, en esta bella ciudad que se vuelca sobre la desembocadura del río Duero. El presidente de Cuba, Fidel Castro, consciente tal vez de que su presencia eleva siempre el interés de los medios de comunicación por este tipo de reuniones, fue el primero en acudir a la cita. El presidente cubano anunció nada más pisar suelo portugués su firme deseo de entrevistarse con el escritor José Saramago, primer premio Nobel en lengua portuguesa, cuya simpatía por la revolución cubana es bien conocida.
Saramago, cuyo premio ha llenado de orgullo a la sociedad portuguesa en su conjunto, recibió también la felicitación colectiva de los ministros de Asuntos Exteriores iberoamericanos. El ministro portugués, Jaime Gama, elogió la pasión ibérica de Saramago, que, sin renunciar ni un ápice a su identidad portuguesa, se ha convertido en el mejor exponente del espíritu iberoamericano.
El rey de España, Juan Carlos I, y el presidente del Gobierno, José María Aznar, que tienen previsto llegar hoy poco antes del mediodía a Oporto, se reunirán para almorzar con el presidente de México, Ernesto Zedillo, en el primero de los varios encuentros bilaterales con líderes latinoamericanos que mantendrán antes de la inauguración formal de la cumbre prevista para mañana.
La creación de una secretaría permanente, que institucionaliza la Comunidad Iberoamericana, es el principal logro de la diplomacia española en esta reunión. Bajo la fórmula de una secretaría de cooperación, Madrid ha conseguido que las cumbres tengan así una sede permanente, que previsiblemente estará en la capital española, y a cuyo frente se designará a una personalidad latinoamericana. Esta sede y su responsable serán nombrados en la próxima reunión que se celebrará en La Habana.
Aznar, en unas declaraciones a la emisora de radio portuguesa Renascença, afirmó que la reunión de Oporto "va a dar más personalidad y unión a la gran familia iberoamericana y conseguirá establecer principios económicos y políticos muy importantes a pesar de la crisis" que están viviendo.
Entre los dirigentes iberoamericanos, al margen de sus diferentes ideologías políticas, existe un generalizado malestar por lo que consideran una injusticia histórica. El propio presidente del Gobierno español afirmaba, en sus declaraciones a la radio portuguesa, que es un abuso que sufran el impacto de la globalización unas economías que "han cumplido bien durante muchos años todas sus obligaciones y han alcanzado un crecimiento espectacular".
La cumbre propiamente dicha, que ha quedado reducida al domingo, ha renunciado por primera vez a los discursos protocolarios de cada uno de los presidentes y jefes de Gobierno, para permitir una doble sesión de debate sin agenda previa, y múltiples contactos bilaterales.
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