_
_
_
_
ELECCIONES EN ALEMANIA

Los alemanes ya no ven el euro como un peligro

Pilar Bonet

Sobre el telón de fondo de las turbulencias en los mercados emergentes y las caídas en picado de las bolsas, en Alemania se está produciendo un cambio psicológico importante. La imagen de la moneda única europea se está transformando de acuerdo con las pulsiones profundas del país: el euro está dejando de verse como una aventura de riesgo y aparece más bien como una isla de salvación en un mundo agitado. En este contexto, no se consolida el conservadurismo económico, y cada vez más sectores empresariales abogan por una actitud más abierta a los riesgos sin perder la identidad propia.

Más información
Récord de inversión extranjera
Falta de curiosidad y formación

La cautela reina hoy en los centros de análisis. Para una economía que se basa en la exportación, como la de Alemania, las crisis financieras en el sureste asiático, Rusia y Latinoamérica son una grave señal de alarma, aunque el instinto inicial de los políticos haya sido el de quitar importancia al impacto de las sacudidas.Los efectos de la crisis se están haciendo sentir, aunque los datos son parciales y es difícil tener una visión de conjunto. Con una exportación de 241.000 millones de marcos (20 billones de pesetas) y una importación de 205.100 millones de marcos (17 billones) durante el segundo trimestre de este año, Alemania incrementó en un 9% y un 7,1%, respectivamente, estas dos partidas en relación al mismo periodo de 1997.

Sin embargo, las exportaciones a Japón disminuyeron en un 14,4%; a los países en desarrollo, en un 8,8%, y al sureste asiático, en un 26,1%. Con estos abruptos descensos, todo indica que el comercio alemán va a reforzar su dimensión europea y occidental. Si se exceptúa China, adonde la exportación alemana creció un 29,3% durante el segundo trimestre de este año, los mayores aumentos se han dirigido a Estados Unidos (un 18,1%); a Francia (16,2%), a los países en transición del este de Europa (18,7%) y a España (15,5%).

Crecimiento estancado

El crecimiento de la economía alemana prácticamente se estancó durante el segundo trimestre del año. El producto interior bruto (PIB) aumentó en un 0,1% en el segundo trimestre respecto al primero, y en un 2,9% en el primer semestre respecto al mismo periodo de 1997.Las revisiones a la baja de las previsiones de crecimiento mundial cuestionan los objetivos de crecimiento fijados por los políticos, aunque los estamentos oficiales, de momento, mantienen la previsión de un crecimiento del 2,9% del PIB en 1998 (en 1997 fue de un 2,2%). Los pronósticos, sin embargo, pueden variar tras las elecciones del 27 de septiembre, que, hoy por hoy, condicionan el discurso económico.

El paro, que, con un porcentaje del 10,6% de la población activa, seguía por encima de los cuatro millones de personas en agosto, es el mayor desafío para el Gobierno que surja tras las elecciones del próximo domingo. El problema es particularmente acuciante en el Este, aún no recuperado del desmantelamiento de la industria de la RDA. Las modernas infraestructuras que el Gobierno federal ha financiado en el Este, sobre todo en el terreno de las telecomunicaciones, no se han traducido en puestos de trabajo suficientes para acercar los niveles de paro del Este (17,1%) a los del Oeste (9%).

La reducción del paro experimentada en los últimos meses se debe, en gran parte, a medidas políticas de creación de empleo. Según el último informe mensual del Bundesbank, 470.000 puestos de trabajo eran sostenidos a base de subvenciones oficiales en julio y agosto.

Los analistas constatan que la economía alemana ha perdido dinamismo. A pesar del aumento de la exportación en términos absolutos, la participación alemana en el conjunto de las exportaciones de los países industrializados era de un 14,7% en 1996, en comparación con el 15,3% de 1980. Los políticos de los grandes partidos identifican como problemas los elevados costes de producción, la burocracia que asusta al inversor extranjero y una estructura de impuestos complicada y gravosa.

A la hora de las recetas, discrepan en los acentos, pero en vísperas de elecciones nadie quiere abordar en serio el problema de la reforma de la economía social de mercado, que tanto bienestar ha proporcionado a Alemania, hasta que la incorporación del este del país evidenció que el sistema de prestaciones existente era insostenible y no se podía pagar.

Para mantener la competitividad de los productos alemanes en el mundo, tanto democristianos como socialdemócratas hacen hincapié en el mantenimiento de los estándares de calidad, la capacidad innovadora y su desarrollo tecnológico. Pese a que la financiación oficial a la investigación y el desarrollo ha hecho perder posiciones relativas a Alemania en el mundo, en los últimos tres años el país ha reducido su desventaja respecto a Japón y Estados Unidos en el mercado mundial de bienes de consumo de tecnología intensiva, y ha pasado de una cuota de mercado del 16,2% en 1993 al 17,1% en 1997. En el campo internacional, la gran empresa alemana da muestras de gran vigor, como lo prueba la expansión del grupo de supermercados Metro, del grupo asegurador Allianz, la fusión de Daimler-Benz con Chrysler y la expansión del consorcio de medios de comunicación Bertelsmann al mercado estadounidense con la compra de Random-House.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_