_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El 'factor Hillary'

Andrés Ortega

El futuro político de Bill Clinton pende de dos o tres hilos. Uno de ellos está en manos de Hillary Rodham, cuyo papel se ha convertido en esencial para la supervivencia de este presidente. Un mal gesto, un enfado público y notorio, y no digamos ya una ruptura de amarras de la primera dama, podría fulminar las posibilidades del presidente. Hillary, a la que se suele describir como una mujer fría, con autocontrol, disciplinada o tenaz, se ha comportado con entereza, pese a ser la más dañada en el caso Lewinsky. Como escribiera Norman Mailer, ha "sufrido humillaciones a una escala que pocas mujeres en la historia pueden parangonar. Y, sin embargo, ahí está". En enero, fue ella la que denunció "una amplia conspiración de la derecha" contra su marido. Ahora, evidentemente, la expresión a menudo le traiciona, pero, con toda profesionalidad, y si acaso algo más, aguanta la vela. No ha llegado -al menos aún- a manifestar en público su perdón hacia su marido,pero sí al menos ha hecho gestos claros en esa dirección.Siempre es difícil saber qué pasa en el interior de una pareja. Más aún cuando se ve sometida, como ésta, al escrutinio público. Hay versiones para todos los gustos: sobre cuándo se enteró de lo que el inquisidor Starr ha hecho público, o sobre sus relaciones con Clinton. Ya en la primera campaña electoral, Clinton anunció ese "dos por el precio de uno", ufano de tener de esposa una profesional de cierto relieve. Otros creen observar que es un matrimonio que se mantuvo para llegar a la presidencia, y ahora seguir en ella. "Mis fuertes sentimientos sobre el divorcio y sus efectos en los hijos me han llevado más de una vez en mi matrimonio a morderme la lengua y pensar sobre lo que podría hacer para ser una mejor esposa y pareja", según se la cita. También se ha intentado hurgar en la infancia de la dama en busca de explicaciones psicológicas sobre su comportamiento. Sea lo que sea, está claro que Hillary es parte del personaje Clinton.

Más información
Kohl considera "vomitiva" la avidez sobre el 'caso Lewinsky'

Aunque la opinión pública acogió con reticencia que la consorte se dedicara a hacer política directa, cuando dirigió el plan de reforma de la sanidad pública que acabó en un fracaso, desde entonces, la popularidad de Hillary ha ido en aumento, y aún más desde la publicación del informe de Starr, cuya publicación parece, al menos de momento, haber creado una fisura entre muchos medios de comunicación y las masas. Pues la gente, atraída por su contenido sexual, lo ha leído. Internet se ha colapsado, pero la opinión pública no ha cambiado tanto. Lo que no significa que no pueda cambiar si se producen novedades. De momento, el apoyo a la presidencia de Clinton, aunque no al personaje, se mantiene alto, sobre todo conserva una imagen favorable entre los que siempre más le han apoyado: las mujeres, sí, y los negros.

En un artículo en el último Foreign Affairs, Francis Fukuyama, que busca también la polémica como la buscó con el fin de la historia, se pregunta qué pasaría si las mujeres gobernaran el mundo. Sin duda, la influencia de la mujer en las políticas nacionales, y también en la mundial, de este cambio de siglo ha crecido, y una de sus conclusiones es que un mundo matriarcal sería menos propenso al conflicto, aunque acaba concluyendo que "se requieren políticas masculinas, aunque no necesariamente líderes masculinos".

La reacción social al caso Lewinsky podría indicar un cambio profundo en una buena parte de esa compleja sociedad estadounidense, hacia unos valores más liberales hacia las personas, menos tartufiana, y ¿por qué no? más femenina. ¿Tanto como para que se pueda prever ya que una mujer pueda llegar a la Casa Blanca? ¿Hillary? Probablemente, aún no. Hay una pregunta previa cuya respuesta parece evidente: ¿qué hubiera ocurrido si los devaneos hubieran sido no de un presidente, sino de una presidenta? Si con Clinton parte de la prensa habla de su "patología", ¡qué no hubieran dicho si de una mujer se hubiese tratado!

aortega@elpais.es

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_