Las empresas obtienen ya casi el 25% de la ayuda pública vasca para cooperación en el tercer mundo
Las empresas encauzan ya casi una cuarta parte del volumen de la ayuda pública vasca para para proyectos de cooperación con los países en vías de desarrollo, que asciende a 4.500 millones de pesetas. La presencia creciente de proyectos empresariales ha suscitado el recelo de las organizaciones no gubernamentales (ONG), que critican el "ánimo de lucro" y la "falta de base social" de esta fórmula de cooperación. Más de 200 proyectos, con un importe total de 6.500 milones, optan a ser financiados con el presupuesto destinado a este fin por el Gobierno vasco, cuya convocatoria se cerró el 27 de mayo.
Las empresas vascas, algunas de ellas de carácter público, han ido consiguiendo en los tres últimos años una cuota creciente en el reparto de los fondos que se destinan en la comunidad autónoma para la cooperación con países en vías de desarrollo. De una presencia nula [hace tres años se aprobó su inclusión al margen de la Coordinadora de ONGs ], han pasado a disponer de un 25% del presupuesto. El pasado año, este capítulo superó los mil millones, frente a los más de cuatro mil percibidos por las ONG. Hasta el próximo mes no se conocerá la destribución para el año actual. Sin embargo, en la presentación de proyectos, cerrado el pasado mes de mayo, se comprueba cómo las empresas mantienen esa posición con una representación similar a la de 1997: aproximadamente un 25% del total del presupuesto, que asciende actualmente a 4.500 millones de pesetas. La reciente incorporación de las empresas, junto a las ONG, los centros de formación profesional, la universidad y las organizaciones religiosas, conforman el conjunto de grupos que desde 1988, tras un acuerdo del Parlamento vasco, pueden acceder oficialmente a las subvenciones para la cooperación con el Tercer Mundo. El progresivo aumento presupuestario, desde los 300 millones de ese año, a los 4.500 actuales, ha permitido desarrollar casi un millar de proyectos, principalmente en America Latina. "Las empresas buscan un desarrollo económico y no humano de esos pueblos. Priman el negocio, la promoción exterior de las empresas vascas. No queremos entrar a criticar si sus planes son o no convenientes. Censuramos que están devaluando el espíritu del origen de las ONGs, que tienen como objetivo intervenir en la mejora de los índices de desarrollo humano. No defraudar a la sociedad, que es, finalmente, la que da su confianza a las organizaciones", coinciden en afirmar varios representantes de ONGs que piden que se omita su nombre por temor a resultar perjudicados en las subvenciones. Koldo Unceta, responsable del Instituto de Estudios sobre el Desarrollo y la Economía Internacional de la UPV, que asesora al Gobierno y a las ONGs, se muestra más cauto y estima que la participación de las empresas en programas de cooperación al desarrollo es "sumamente complejo y controvertido". "Es fundamental establecer unas condiciones específicas antes de aventurarse por ese camino, como son el respeto a un código de conducta ético, la renuncia a la obtención de beneficios de carácter directo y la contribución a la realización de proyectos sociales". Coincide Koldo Unceta con las ONGs en que, de no ser así, existe el riesgo de desligitimar la cooperación ante la sociedad, "que es quien la financia mediante sus impuestos". En la convocatoria de 1998, los programas empresariales ascienden a 37, con una media de 38,5 millones por proyecto; un promedio similar al de las ONG. Las cantidades solicitades van desde la mínima de 90.300 pesetas para un proyecto con el pueblo mapuche en Chile, hasta la máxima de 120,6 millones para un trunking en la Habana.
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