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La contaminación obliga a cerrar los aeropuertos de Managua y Tegucigalpa

En México se han quemado 300.000 hectáreas de bosque

Juan Jesús Aznárez

La sequía causada por el fenómeno climático El Niño y la quema de pastos y malezas efectuadas por los campesinos centroamericanos para limpiar las tierras donde cultivan maíz y frijoles han contaminado el aire. En México se han registrado ya más de 10.000 incendios en lo que va de año y una fuente oficial asegura que han muerto muchos enfermos con afecciones pulmonares graves, sin especificar el número. El humo ha obligado a cerrar temporalmente los aeropuertos de Managua (Nicaragua) y Tegucigalpa (Honduras).

«Todas las personas con enfisema, asma y daños importantes al pulmón ahora ya se están muriendo o se tienen que ir de la capital porque aquí es imposible respirar», dijo ayer Victor Villalobos, subdirector de Recursos Naturales del ministerio mexicano del Medio Ambiente. Más de 300.000 hectáreas de bosques (equivalente a la superficie de la provincia de Álava) han quedado destruidas y una bruma densa cubre gran parte de la superficie mexicana y ha traspasado la frontera estadounidense. «Es la crisis ecológica más grave de los últimos 70 años», reconoció el pasado sábado Julia Carabias, ministra de medio Ambiente.El desastre ecológico, con serias implicaciones en la salud debido a la gran concentración de partículas venenosas en suspensión, obligó a cierres temporales en los aeropuertos de Managua y Tegucigalpa, y en Guatemala las llamas han arrasado 3.000 hectáreas de bosque ecológico, otras 65.000 de extensiones forestales. En Guatemala, la escasa visibilidad en el aeropuerto de la capital se vio agravada por la gran cantidad de arena y ceniza caídas por la erupción del volcán de Pacaya, a unos 45 kilómetros al sur de la ciudad. Además, el fuego de los incendios ha alcanzado el departamento de El Petén, que atesora más de 3.000 ruinas arqueológicas, y destinos turísticos como la Laguna del Tigre, Lacandón y Sotz. «La gente está expuesta a sustancias potencialmente cancerígenas», advierte William Archer, jefe del departamento de salud de Texas, afectado también por la contaminación, como Miami o Houston.

En abril se declararon 5.123 incendios en Guatemala, 4.836 en Honduras, 2.349 en Panamá y 807 en Costa Rica.

La roturación de la tierra con fuego es una práctica tradicional que en estos meses se ha visto agravada por el viento. Sólo en Honduras ha quedado destruido el 30% de los bosques que rodean la capital. Entre enero y abril, más de 4.000 personas fueron hospitalizadas con problemas respiratorios. En El Salvador se decretó la alerta roja al registrarse 1.119 incendios. La movilización no sólo afecta a los bomberos, sino también a la policía y el ejército. «Nuestro país está sufriendo un deterioro cada vez mayor, y se nos están agotando los recursos materiales y las herramientas», admitió Mauricio Ferrer, director del Comité de Emergencia Nacional (CEN).

La situación mexicana es especialmente delicada. Desde principios de año, los incendios se han cobrado la vida de 47 personas que trabajaban en las labores de extinción. Son decenas de miles las reses muertas, y las llamas arruinan las cosechas de los empobrecidos habitantes del sur. La presa que abastece a la capital de Sonora, Hermosillo, almacena el 2,5% de su capacidad.

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