El Padrino llora
ATAVIADO DE civil para prestar juramento como senador vitalicio, Pinochet no podía engañar a nadie. Bajo su disfraz azul oscuro llevaba su ropaje de dictador que tanto daño, dolor y sangre ha causado a su país desde que en septiembre de 1973 a las pocas semanas de que Salvador Allende depositara en él su confianza, se rebelara contra el orden establecido. De ahí la justificada repugnancia de tantos demócratas al ver sentarse en el Parlamento, mediante una fórmula constitucional que él mismo impuso, a quien lo cerró a tiros y cañazos; y de ahí las protestas de los senadores que blandieron fotos de los asesinados y desaparecidos. Mala pasada han jugado a Chile los militares al nombrar a Pinochet su jefe "benemérito": no sólo se ha hecho merecedor de males, y no de bienes, sino que no se contribuye así a la necesaria reconciliación entre todos los chilenos.Muchas cosas han cambiado para bien en Chile, pero aún queda camino que recorrer. De manera simbólica, fue el presidente Frei el que pasó el bastón de mando del Ejército de las manos de Pinochet a las de su sucesor, el general Ricardo Izurieta, representante de una nueva generación; pero la espada de jefe se la entregó el ex general a su sucesor. Sentado ayer en el Senado en Valparaíso, Pinochet recordaba con su presencia que la democracia chilena está todavía bajo vigilancia.
El "¡misión cumplida!" que lanzó Pinochet el martes al finalizar su larga carrera militar resultó estremecedor. Sus lágrimas recordaban las del Padrino de Mario Puzzo y Coppola cuando llora enternecido en la ópera mientras sus sicarios asesinan a sus oponentes. Lágrimas de cocodrilo, no de compasión. Merece dar cuenta política y judicial por los crímenes que cometió y alentó y, probablemente, por su enriquecimiento personal. No se entienden los esfuerzos del Gobierno español por impedir la investigación en la Audiencia Nacional contra los crímenes de Pinochet. Cuando Aznar visite Chile la semana que viene, afortunadamente no tendrá que saludar a un jefe de las Fuerzas Armadas llamado Pinochet. Los ciudadanos españoles recordamos su siniestra figura cuando acudió a las exequias de otro dictador, el general Franco. Hay tantos parecidos...
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