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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un fantoche se va

AUGUSTO PINOCHET dejará el martes de ser comandante en jefe del Ejército chileno. Todo un alivio cuando se recuerda que a ese puesto le aupó Salvador Allende, contra quien se sublevó para instaurar una de las más crueles dictaduras de los últimos decenios. La retirada llega cuando Pinochet, con 82 años, se dispone a ocupar un escaño como senador vitalicio: una afrenta para los demócratas chilenos y de todo el mundo. Para que la afrenta se convierta en farsa, Pinochet guardaba todavía un postrer gesto de afectación: se ha hecho nombrar, por unanimidad del generalato chileno, "comandante en jefe benemérito" del Ejército.Por eso son dignos de elogio los intentos de bloquear el paso de Pinochet al escaño senatorial, aunque tengan pocas posibilidades de prosperar. El dictador pretende ocupar ese escaño en virtud del pacto constitucional que otorga esa condición vitalicia a los que hayan sido presidentes de la República durante seis años como mínimo. Pero la cuestión que los partidos antipinochetistas plantean al Tribunal Constitucional es si se puede considerar República la época de su dictadura a partir de 1973. No sería normal que el que fuera cabeza de ese régimen tuviera tales derechos, y no así Patricio Aylwin, que, si bien sólo ha ejercido cuatro años de presidente, lo ha hecho por decisión de las urnas y de acuerdo con la Constitución.

También es de aplaudir la decisión de estos partidos de intentar abrir una investigación sobre la fortuna del ex dictador para comprobar si, además de salvador de la patria a sangre y fuego, fue un ladrón. Es un asunto que parece preocupar a Pinochet más que a otros y, por tanto, merece que se persevere en la búsqueda de la verdad.

Mientras tanto se van acumulando las querellas contra Pinochet por secuestros, homicidios y torturas en un país en el que no ha habido ley de punto final. En España, esta misma semana debe resolver la Fiscalía General del Estado si continuar o no la investigación abierta en relación con presuntos delitos de terrorismo y genocidio producidos durante el régimen de Pinochet. Veremos qué acuerda finalmente la fiscalía en un asunto que hasta ahora han tratado con muy poca fortuna tanto el fiscal jefe de la Audiencia, Eduardo Fungairiño, como su fiscal general, Jesús Cardenal.

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