Historias de rechazos y de fracasos
La otra cara de la moneda son los no apadrinados. En la zona de Cotacachi la diferencia entre quienes tienen y no tienen padrino es palpable. Zaira, de seis años, no puede ir a la escuela porque sus padres insisten en que "allí no se aprende nada". Una hermana que ahora tiene 10 años fue durante un curso a clase, pero luego los padres la sacaron y ahora Zaira, la sucesora de aquella hermana, ya no tiene otra perspectiva que cocinar para la familia, limpiar la casa y cargar a duras penas con su hermanita que aún no anda. Las dos aparecen retratadas en la página anterior."Irá a la escuela dentro de unos años", dice la madre, pero como quien habla de la lotería. "Su padre trabaja lejos, sólo viene el fin de semana, y yo necesito a Zaira aquiecito". Zaira no dice nada, sigue trajinando envuelta en el humo de la cocina y en un estruendo de música salsa en la radio.
Otro problema se relaciona con la edad de apadrinamiento. Pueden ser apadrinados niños de tres a 11 años. Pero hay casos que mueven a dudas, como el de Angelina Morán, de 14 años, que dejó de ir a clase y ahora conduce el ganado en Coyacachi. Estudió tres años, pero a los 10 los padres la sacaron, y cuando volvió a clase ya era mayor que sus compañeros y éstos se burlaban de ella. "Estaba grandotota", dice la que fue su profesora, "tenía senito y todo eso, y ellos se reían". "No quiero estudiar porque ya estoy grande", argumenta avergonzada Angelina.
Se la ve atormentada: no en vano en la comunidad saben ya que quien estudia tiene oportunidades. Ella no puede aspirar ni a trabajar en los talleres de costura, porque ahí exigen la primaria (seis cursos, que terminan a los 12 años, edad que ya ha rebasado). Y no le cabe esperar que la apadrinen, porque ya tiene 14 años.
"El periodo debería abarcar hasta los 15 años", dice Eduardo Montes de Oca, coordinador de Ayuda en Acción para Intag y Cotacachi, expresando un sentir generalizado. "Si el niño apadrinado repite curso tras cumplir 11 años, se le sigue apoyando. Pero quizá no debería haber límite de edad".
En todas las comunidades se puede encontrar a personas que se hacen el siguiente razonamiento: el padrino, al cumplir el niño la edad límite, simplemente cambia de ahijado; pero, ya que realmente el dinero va a fin de cuentas a la comunidad, quizá podría apadrinarse nominalmente también a familias más que a individuos.
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