El tío de América es un padrino de España
12.000 niños ecuatorianos reciben apoyo de españoles a través de Ayuda en Acción
Por 2.500 pesetas al mes unos 25.000 ciudadanos aspiran a apadrinar a un niño del Sur a través de la organización humanitaria Ayuda en Acción tras el maratón de 24 horas del programa de Tele 5 Moros y Cristianos del pasado día 7: igual número de niños apadrinables quedaron adjudicados a la Fundación Vicente Ferrer, que trabaja en la India. Ambas organizaciones no gubernamentales es tán desbordadas: Ayuda en Acción enviará cartas a los nuevos padrinos para pedirles paciencia hasta que pueda asignárseles un niño. En Ecuador, Ayuda en Acción apadrina a miles de ellos desde hace 10 años. EL PAÍS visitó algunas de esas comunidades.El sistema consiste en que los nuevos padrinos pagan, y Ayuda en Acción, tiempo después, les da foto y datos del ahijado. "En Ecuador hay 12.248 niños apadrinados por españoles", dice Flavio Tamayo, director de Ayuda en Acción en ese país. "Con el dinero, tenemos en marcha 12 proyectos de desarrollo que afectan a 170.000 personas. Un 85% de lo que invierten los padrinos llega a la comunidad". En realidad, aunque el gancho son los niños, no se apadrina a un crío, sino a la comunidad. "La meta es el desarrollo", explica Tamayo, "en lo educativo y en salud, y también en lo productivo: las comunidades son las que nos dicen qué necesitan".
La zona de Cayambe -al noreste- tiene programa de desarrollo de Ayuda en Acción desde hace 10 años. Las familias pagan 10.000 sucres (unas 300 pesetas) por matricular a uno o más niños: un par de zapatos cuesta 10 veces más. Doris Lorena, de cuatro años, y su hermano José Humberto viven allí, en la comunicad de Moyurco. Ángel del Moral, su padrino, de 49 años, es un industrial madrileño, con dos hijos de 24 y 17 años. "Son mis segundos apadrinados", dice. "Empecé hace unos 12 años y ya me han cambiado de niños: a éstos los tengo hace dos años y pico. Estoy muy contento, y lo haré mientras pueda". Le habría gustado conocer personalmente a sus apadrinados. "Pero en Ayuda en Acción me recomendaron no tener contacto directo". Tamayo matiza que les piden que si van no lleven un regalo personalizado. "Con la plata de los padrinos", explican miembros de la comunidad de Cayambe, "se compran regalos para los guaguas [niños], sobre todo juegos. Les gustan los rompecabezas". En las comunidades visitadas, muchas personas opinan que sería bueno que los padrinos acudieran a ver a los niños: "Si no, es como tener un padrino en el aire". Los niños tienen una idea vaga de lo que es un padrino: "No me acuerdo del nombre. No me ha venido a ver".
Cada tres meses, la comunidad escribe al padrino y le cuenta cómo funciona el desarrollo, los niños le mandan una carta cada seis meses. Cada año, el director de programas le informa de los logros. Ayuda en Acción, con el permiso de la comunidad, controla las cartas para evitar que un padrino pudiera deslizar alusiones sexuales. "Son cosas demasiadamente delicadas", señala Tamayo.
A los centros de apoyo acuden los niños tras las horas de escuela. Ayuda en Acción los ha potenciado. "Hemos pasado de 15 niños a, 72", dice Lidia, una de las tres educadoras del centro de Moyurco. Los críos aprenden anatomía, juegan, se inician en la higiene, oyen cuentos. Tras la etapa de escuela, la mitad de los crios pasan al nivel superior, el colegio. "Eso es un éxito", dice Lidia, "porque en las comunidades las niñas dejan de estudiar porque se casan muy jóvenes".
Bellavista -en Santa Elena, una región desertizada cerca del litoral- aún no está tan bien. Ayuda en Acción desarrolla un programa de pozos para cultivos agrícolas. Gricelda Chela Tomalá.
de 13 años, va sólo al centro escolar, porque la escuela no le cunde: es mudita, deficiente psíquica. Concepción Morales, de 47 años, y su marido José, guardia civil, son los padrinos de Chela (cuyo retrato aparece en esta página); viven en Caldelas de Tuy (Pontevedra) y tienen cuatro hijos. "Llevamos un año apadrinándola. Sólo conocemos la foto que nos envió Ayuda en Acción y que tenemos en preferencia, en el comedor". También su hijo Francisco Javier apadrina a una niña peruana.
En Cotacachi e Intag -altiplano, noroeste, entre Colombia y el Pacífico- todo es más duro. Ayuda en Acción lleva allí un año. "Hay algunitos niños que no vuelven a clase", dice la maestra Rosa Ramos, ocho años en esa zona de lagos y de termas pero pobre. "Cuando los guaguas sufren reprobación en las asignaturas, los padres los quitan ", se queja Rosa. "No me gusta estudiar", dice un chico de 14 años.
"Yo creo que del hogar les viene esa idea", sugiere Rosa. "Algunos papacitos no concientizan al niño". Hay mucho alcoholismo. "El padre sale a tomar", cuantan las mujeres. "Y los niños imitan: amanecen noche, tomando y tornando".
En Ayuda en Acción el objetivo ahora es atender a los aspirantes. "Un reto", explican en la sede de Madrid. "Al día siguiente del telemaratón, tuvimos 2.040 llamadas". Varias ONG que no apadrinan, consultadas por este periódico, cuentan que les telefonean pidiéndoles apadrinar "como dicen en la tele".
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