Julie Christie reconoce que, "cuando se envejece, los trabajos escasean"

La adorable jovencita de Doctor Zhivago y la inquietante mujer de Petulia se ha convertido en una madura actriz de 57 años que elige sus papeles más por el director de la película que por el personaje. Aunque advierte que le afecta más "como una injusticia universal que como algo personal", Julie Christie subraya que, "cuando se envejece, los trabajos escasean". La estrella británica no puede quejarse, porque, tras su participación en el Hamlet de Kenneth Branagh, presentó ayer Afterglow, el último filme de Alan Rudolph.

No pasea ningún palmito de estrella, pese a que su rostro excitó el imaginario de varias generaciones de espectadores y alega que aquello que aparece como más relevante no es lo que más le interesa. Por esa razón se embarcó en Afterglow, una cinta independiente producida por Robert Altman y dirigida por Rudolph, el autor de Elígeme. "Todos los papeles son arriesgados", comentó Christie, "y lo cierto es que no me identifico mucho con el personaje de la actriz que encarno en Afterglow. En realidad me interesa más el resultado final de una película que mi propio personaje".A tenor de las palabras del realizador, Julie Christie actúa con la misma pasmosa naturalidad con la que contesta a los periodistas. Alan Rudolph declaró sentirse "bendecido" por haber podido dirigir a Julie Christie: "Siempre transmite credibilidad. Parece no estudiar ni preparar su papel, pero resulta perfecta en la pantalla". Tras agradecer el apoyo que le había prestado Altman y elogiar el trabajo de Christie y de Nick Nolte, los principales intérpretes de Afterglow, el realizador norteamericano explicó que prefiere "los detalles personales y las emociones antes que las superproducciones".

Como "película de sentimientos" definió Rudolph su obra, que cuenta una historia entre dos parejas muy distintas. "No es un tema gastado", replicó a una pregunta, "porque trata del amor y del perdón que representan cosas que nunca se debatirán lo suficiente". Confesó Rudolph que era "estadounidense para lo bueno y para lo malo" y que había tratado de desmarcarse de estereotipos al situar y rodar su filme en la ciudad canadiense de Montreal. Afterglow describe la evolución de dos parejas en crisis. Una de ellas ya se encuentra de vuelta de todo, instalada en la rutina, mientras la otra vive sus primeros pasos y acusa la inmadurez y una cierta frivolidad.

Como filosofía sobre el amor, Alan Rudolph, uno de los cineastas independientes más interesantes, comentó: "El amor es algo que hay que trabajarse. En Estados Unidos la gente se conoce, se intercambia frases de te quiero, te quiero, se casa y piensa que ya está todo solucionado. El amor se ha de alimentar cada día, mientras el sexo a veces sólo se practica una vez por semana".