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Seis escuelas de arquitectura proponen ideas para recuperar la deteriorada bahía de Pasajes

El enclave ha perdido su función portuaria y soporta uno de los más altos índices de paro

Desde el inicio de la década de los ochenta, la bahía de Pasajes (Pasaia) no levanta cabeza. Su declive refleja el hundimiento de un sistema económico que en los sesenta atrajo a millares de inmigrantes. Su puerto natural, uno de los más bellos de la Península, ha quedado marginado de los circuitos mercantiles. Ni siquiera presta servicio a la pesca, su recurso tradicional. Su recuperación se ha convertido en un reto para los urbanistas. Seis equipos de distintas escuelas de arquitectura europeas han trabajado la semana pasada in situ para hacer un diagnóstico y proponer ideas transformadoras del enclave.

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Ideas transformadoras

"Antes estaba lleno de parejas de bacaladeros con tripulaciones gallegas que dejaban mucho dinero. Ahora, ya lo ve ahí; sólo hay una. Esto está acabado", dice el taxista Eduardo Serrano, señalando el vacío desolador del puerto de Pasajes (Guipúzcoa), donde sólo quedan en activo 700 pescadores de los 3.500 que había en 1980. El puerto es el protagonista dominante de la bahía, aunque sólo aporta pérdidas, 360 millones de pesetas el año pasado. Ocupa cien de las escasas hectáreas habitables de la estrecha franja que separa el mar de la montaña, ocupada por los muelles, la línea férrea Madrid-París, la carretera N-1, con uno de los tráficos más contaminantes y ruidosos del país, depósitos de petróleo, depósitos de carbón en polvo para alimentar una central térmica...

Al otro lado de esta abigarrada muralla contaminante se ubican 110.000 personas distribuidas en los municipios de Pasajes (Pasaia San Pedro, Pasaia Donibane y Pasaia-Antxo), Lezo, Rentería, dos barrios de San Sebastián y Oiartzun. "Las dotaciones de espacios de ocio alcanzan un tercio del estándar medio europeo", dice Fernando Nebreda, gerente de Oarsoaldea, la agencia creada por las instituciones públicas para el desarrollo socioeconómico de la bahía.

Declive ambiental y social

Los puestos de trabajo se esfuman. Astilleros Luzuriaga, con 289 trabajadores, ha cerrado; Lasa Hermanos con 139, e Industrias Guría con 101 han puesto el cerrojo. De los astilleros, sólo queda Ascorreta, con 100 en plantilla. El cierre de industrias metálicas Luzuriaga ha dejado en el paro a 250 empleados, los 249 de Ramón Vizcaíno están afectados por un expediente de regulación de empleo. Y así una empresa tras otra, hasta conformar un paradigma de declive industrial y ecológico. Todo un reto para los urbanistas. Alfonso Vegara, catedrático de la Escuela de Arquitectura de Madrid y autor con su Taller de Ideas de las Directrices de Ordenación territorial del País Vasco (las primeras en el ámbito regional europeo), lo ha tomado como referencia para poner a prueba a los estudiantes de arquitectura y urbanismo. Ya hizo experiencias semejantes en Cartagena y Alicante: reunir a grupos de cinco o seis estudiantes bajo la tutela de un profesor y enfrentarlos a un entorno para que diagnostiquen sus problemas y afloren soluciones después -de someterse a lo que los anglosajones llaman tormenta de ideas.

En este caso han sido estudiantes de la Oxford Brookes University, el Instituto Universitario de Architetura de Venecia, la Royal Danish Academy of Fine Arts de Copenhagen, la Ecole d'Architecture de Bretagne en Rennes (Francia), el Institut d'Architecture de Ginebra (Suiza) y el CEU de Madrid, todos ellos becarios Erasmus, coordinados por el profesor Ivor Samuels, un veterano especialista en áreas portuarias en declive.

"Aquí, como en contextos similares que hemos estudiado anteriormente -dice Samuels-, coinciden las mismas circunstancias; un entorno natural que se ha privatizado (el puerto) por razones militares o aduaneras hoy en declive. Nuestro reto es abrirlo al público y conectarlo al resto de la ciudad, cambiar los usos actuales degradados por otros que beneficien a la comunidad y que abran nuevos horizontes. Tenemos que actuar de mediadores y directores de esa transformación para que no continúe destruyendo a sus habitantes".

Los estudiantes concluyeron el viernes sus trabajos, que han quedado expuestos en una sala de La Kutxa en San Sebastián.

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