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La solución pacífica se abre camino en la crisis de la Embajada japonesa en Lima

Juan Jesús Aznárez

La directa intervención del Gobierno peruano en la liberación de 20 rehenes, con el reconocimiento oficial de que hay avances en los contactos, y la mayor moderación del comunicado emitido el sábado por Néstor Cerpa Cartolini, comandante Evaristo, jefe del comando del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) que tomó hace 13 días la Embajada japonesa en Lima, permiten abrigar esperanzas respecto a una solución negociada de la crisis.

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Las posiciones, al menos públicamente, ya no son maximalistas pues el negociador del Gobierno, ministro de Educación Domingo Palermo, no llamó terroristas a los secuestradores durante la lectura de su mensaje, y el comandante Evaristo no insistió en la liberación de los más de 400 compañeros de armas en prisión, condición descartada por el presidente Alberto Fujimori.Autorizar la fuga del comando, con bandera de la ONU o de un tercer país, después de haberse garantizado mejoras en las penosas condiciones carcelarias de los emerretistas presos son algunas de las fórmulas barajadas en ambientes políticos para resolver la crisis. Posteriormente, se entraría en un proceso hacia el definitivo desarme del MRTA y su participación en democracia como partido político.

Nada ha trascendido sobre el contenido de las negociaciones entre el Ejecutivo y el MRTA, aunque permanece abierto el canal establecido por el obispo de Ayacucho, monseñor Juan Luis Cipriani, y el mediador de la Cruz Roja Internacional, Michel Mining, cuyos buenos oficios y paciencia son determinantes. Después de haber venido acortando gradualmente la distancia de trato con el MRTA, el Gobierno resolvió tomar el toro por las astas, sostiene el analista Juan Paredes. "El resultado medido en términos de rehenes liberados parecería modesto, pero no así el nivel de cambio del mensaje de la dirigencia del MRTA, que ya no exige la liberación de sus camaradas prisioneros, sino que se limita a esperar una solución a las condiciones en que estos viven".

Hasta donde se sabe, Fujimori mantiene su apuesta por el diálogo, pese a su inclinación por las soluciones drásticas y a los cantos de sirena del sector castrense más duro, poco amigo de las concesiones y menos de una salida autorizada del país. El valor de canje de quienes continúan cautivos es muy importante: dos ministros, cuatro embajadores, 25 jefes militares y policiales, cinco diputados del Gobierno, cinco miembros de la Corte Suprema, algún empresario japonés y el hermano del presidente, hasta 83 personas. Por su parte, el Gobierno de Bolivia, cuyo embajador en Lima Jorge Gumucio, 56 años, es aún rehén, negó que se esté considerando la excarcelación de cuatro presos del MRTA en aquel país a cambio de la liberación del diplomático.

Aparte de la postura psicológica inherente a su condición de rehenes, los últimos liberados aseguran no haber sufrido maltratos. "No se han producido torturas ni físicas ni psicológicas", declaró el presidente de la Asociación de Exportadores (ADEX), Juan Enrique Pendavis. "Hay calma en la residencia, todos ellos están bastante bien".

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