EE UU intenta convencer a sus aliados de que ya no es necesaria la fuerza multinacional
Estados Unidos trataba ayer de convencer a sus aliados en la prevista operación militar multinacional en Zaire oriental de que tal despliegue ya no es necesario y debe ser sustituido por el envío de una pequeña fuerza destinada a apoyar el trabajo de las organizaciones humanitarias. La Casa Blanca y el Pentágono aseguraban que la persistencia del movimiento de regreso de los miles de refugiados hutus a Ruanda ha cambiado radicalmente la naturaleza de la intervención intemacional. "Ya no debe ser militar, sino humanitaria" dijo Mike McCurry, portavoz de la Casa Blanca. El Papa insistió ayer des de el Vaticano en la necesidad de una "acción inmediata y a gran escala" para salvar las vidas de miles de refugiados.
Aunque Washington se guarda las espaldas y asegura que no da por terminada la crisis de los refugiados hutus y que sus soldados siguen preparados para viajar al Este de Zaire en caso de que sea necesario, el mensaje que transmite es que la evolución de los acontecimientos permite que la fuerza militar multinacional a enviar a la región de los Grandes Lagos sea incluso inferior a un millar de soldados. Canadá, a través de su ministro de Defensa Doug Young, compartió ayer esa visión.Representantes de los 20 países que se han comprometido con la operación se reunieron ayer en la sede de la ONU en Nueva York y llegaron al consenso de que aún es necesaria. Afirmaron que el mandato de la resolución 5.001 del Consejo de Seguridad es suficientemente amplio y flexible para reajustar los planes ante el cambio de circunstancias, que inevitablemente reforzarán los aspectos humanitarios.
La actitud norteamericana influía en la de otros países occidentales. Klaus Kinkel, el ministro alemán de Exteriores, declaro en Bonn que varios de los que querían participar en la operación militar se lo estaban pensando dos veces. Desde el Vaticano, Juan Pablo II insistió en que sigue siendo necesaria "una acción inmediata y a gran escala". En España, el ministro de Exteriores, Abel Matutes, advirtió contra la supresión de la fuerza multinacional.
El regreso masivo del pasado fin de semana desde el campamento zaireño de refugiados de Goma a Ruanda, insistían los norteamericanos, ha cambiado la naturaleza del problema.
Predicando con el ejemplo,EE UU ya había anunciado el día anterior una drástica reducción del tamaño de la fuerza que, la pasada semana, decidió destinar a la solución de la tragedia de los refugiados hutus. El nuevo contingente estará compuesto por 200 personas enviadas al aeropuerto de Kigali (Ruanda), 500 al de Entebbe (Uganda) y 100 al de Mombasa (Kenia). No todas ellas serán soldados, puesto que habrá controladores aéreos, personal de carga y descarga y especialistas civiles en socorro humanitario. Su misión, según quiso precisar el portavoz del Pentágono, se reducirá a conseguir que la ayuda humanitaria llegue a Kigali, sin implicarse en su distribución entre los refugiados, tarea que corresponde a las autoridades ruandesas, los representantes de la ONU y las organizaciones humanitarias.
Alivio en Washington
El pasado viernes, Bill Clinton anunció que EE UU estaba dispuesto a enviar 1.000 soldados a Zaire y unos 3.000 a otros países africanos vecinos para controlar el aeropuerto de Goma y establecer desde allí hasta la frontera de Ruanda un pasillo para el regreso de los refugiados, una misión que ya no considera necesaria.
Esta evolución de los acontecimientos es vista con alivio por el Gobierno de Clinton, que recuerda como una pesadilla la expedición militar norteamericana a Somalia de 1993. En el caso de los refugiados hutus, la Casa Blanca tardó en reaccionar tanto por ese precedente como por encontrarse en plena campaña electoral. La tardanza de los países europeos en movilizarse hasta que no lo hicieran los norteamericanos hizo que, cuando llegó la decisión de Clinton, la situación hubiera cambiado.
Washington basa su actitud en el hecho de que el Gobierno de Ruanda declara que la crisis de los refugiados ha terminado. Pero la ONU y las organizaciones humanitarias señalan que todavía hay más de medio millón errantes por el Este de Zaire.
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