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Francisco Rico añade tribulaciones a Don Quijote

La Real Academia inaugura el curso con 44 miembros y dos sillones vacantes

Andrés Fernández Rubio

En una minuciosa y erudita investigación, el filólogo Francisco Rico sugirió ayer la precariedad económica y el temor a perder su posición de hidalgo como problemas que contribuyeron a que Don Quijote se entregase a los relatos de caballerías y a una "visión quimérica" del mundo "idealizada hasta el desatino". La ejecutoria de Alonso Quijano fue el título de la lección magistral, que sirvió para abrir el curso 1996-1997 de la Real Academia Española, institución para la defensa de la lengua que cuenta con 40 miembros de número, cuatro electos y dos sillones vacantes.

El secretario de la Academia, Víctor García de la Concha, leyó la memoria del curso anterior, en el que fueron nuevos académicos Mario Vargas Llosa, Eliseo Álvarez-Arenas y Antonio Muñoz Molina. También se eligió a Ángel González, Domingo Ynduráin y Ana María Matute.La sesión inaugural fue presidida por el director de la Academia, Fernando Lázaro Carreter, y en ella Francisco Rico recordó cómo la antigua hostilidad de los villanos contra los hidalgos de aldea, cuyos privilegios fiscales hacían más gravosa la presión que soportaban los plebeyos, cobró formas de progresiva virulencia según avanzaba el siglo XVI". Rastreando pequeñas frases y detalles que han pasado inadvertidos, Rico, que prepara una edición crítica de la obra para el Instituto Cervantes, deduce que "en algún momento la hidalguía de la familia sí fue puesta en tela de juicio, y Don Quijote o sus ascendientes tuvieron que pleitear para afianzarla ante sus convecinos".

En los días y en la comarca de Don Quijote, en Ciudad Real, más de la décima parte de las hidalguías estaban en litigio, "y los hidalgos menesterosos asistían impotentes a su consunción y al ascenso de los villanos enriquecidos por la compra de las 'muchas hanegas de tierra' de que ellos habían de desprenderse", leyó Rico.

En el periodo en el que se gesta, transcurre la acción y se publica la primera parte de El Quijote, cada vez son menos los hidalgos cuya fortuna y prestigio manifiestos les permite vivir tranquilos con la mera posesión de su calidad, explicó Rico, para quien Cervantes deja dormir tranquilo, "pero no tan a pierna suelta como hubiera querido", a Don Quijote. Alonso Quijano y los suyos, comentó el académico, "le han visto las orejas al lobo".

Metáfora universal

Ese peligro de decaer desde su estado y el hecho de que él o sus mayores hayan corrido a evitarlo "a costa de meterse en pleitos" explica en parte esa fuga de la realidad que ha convertido a Don Quijote en metáfora universal. "No sólo los hidalgos sabían que las cosas no eran ya como solían",. contó Francisco Rico. "Altos o bajos, todos los nobles sentían la nostalgia de las glorias guerreras y los esplendores caballerescos del otoño de la Edad Media, la edad de oro de sus antepasados".Los libros de caballerías se contaban entre las lecturas preferidas de la nobleza. "Al honrado Quijano lo hicieron enloquecer, porque su temperamento lo favorecía", dijo. "Pero también había razones para la sinrazón de dar por históricas las fantasías caballerescas y creer posible resucitarlas a la altura del 1600: a la ínfima nobleza en descomposición, la caballería andante de Don Quijote le devolvía la libertad y la esperanza, haciéndola otra vez dueña de sí misma y otorgándole un papel de relieve en la sociedad; ascendía inmediatamente de grado al mismo protagonista, quien de hidalgo se convertía en caballero, y ganaba el don que no tenía; y, en definitiva, recuperaba el pasado como presente y lo proponía como futuro".

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