Café cortado
El hamburguesamiento de las cafeterías tradicionales está llegando a ser una desgracia nacional. Mucho hablar del monte de basura que a punto está de tragarse a toda La Coruña y parte del Océano Atlántico, pero ¿qué me dicen de la comida-basura que lo más nutrido de nuestra juventud se traga hoy en los locales que a su vez engullen los mejores espacios comerciales de las ciudades? hamburgueserías, pizzerías, bocadillerías, croissanterías, baguetterías, últimamente incluso chapaterías, el mundo de las rías más bajas amenazando con devorar los altivos salones de las granjas catalanas de toda la vida y las cafeterías chapadas a la antigua donde solíamos pedir una ensaimada, un café bombón y los golosos las tortitas con nata y sirope.Las dos esquinas más hermosas de Madrid están en la Gran Vía, y las dos han sido violadas. La primera ocupa el arranque propiamente dicho de la arteria (ah los tiempos en que las grandes calles eran arterias y la sangre de la ciudad llegaba al río), confluyendo con Alcalá y mirando de frente al bellísimo y arquitectónicamente un tanto austríaco Círculo de Bellas Artes. Allí la violación fue femenina (que las hay): una estatua pigmea y burda que dice homenajear a las violeteras de este mundo afea la hermosura del punto más cosmopolita de la ciudad. El estupro es de naturaleza femenina pero consumado por la vía institucional, ya que el engendro de las floristas se debió a la paternidad del alcalde Del Manzano, quien, confundiendo todas las normas del reino animal y vegetal, no para de hacer el oso y pasarse la estética de su ciudad por el madroño.
La segunda violación no tiene sexo definido y pertenece al género de la empresa privada. Hace un par de semanas que el noble chaflán del edificio Capitol, donde la Gran Vía surca orgullosamente el mar de Callao, dejando atrás la estela que va a morir en la plaza de España, amaneció tapiado con un muro de vergüenza. ¿Qué trata de escindir o esconder ese telón de acero de ladrillo? Una cafetería deliciosa, Manila, que en su piso alto ofrecía las vistas más trepidantes de una arteria que poco a poco se desangra dentro del dique seco en que se está convirtiendo la capital del reino.
No es éste sin embargo un lamento inmobiliario, ni siquiera estético. La cadena de los Manila, el Lion de Cibeles, el Zúrich en la barcelonesa plaza de Cataluña y tantas otras cafeterías y bares históricos que están cerrando en las ciudades españolas no siempre son edificaciones de mérito, pero con ellas se va el poso de una memoria civil enriquecida en muchos casos por sus asociaciones literarias y artísticas. ¿Arqueología sentimental? Tal vez. El turista que en Nueva York sale del Rockefeller Center puede tomarse un combinado, bajando cuatro calles, en el mítico bar del hotel Algonquin donde Dorothy Parker y las más largas lenguas de la bohemia largaban sentados a las mismas mesas de hoy. En Londres, a 23 pasos más o menos de Piccadilly Circus, el Café Royal conserva el espíritu decadente que atrajo allí o quizá se dejó olvidado Oscar Wilde. Por no hablar de esos gloriosos prototipos del café literario que son en Roma el Greco o en Lisboa A Brasileira.
Del Madrid republicano oímos la leyenda de las tertulias del Pombo o La Granja del Henar, pero un Pombo más moderno, Álvaro, ya no podrá sentar a ningún personaje en la terraza del precioso Fuyma madrileño donde se iniciaba su novela Los delitos insignificantes, y cuando escribo ésto no tengo la certeza de que los brigadistas internacionales que nos visitarán en noviembre puedan brindar en el Chicote donde Hemingway escribía sus despachos. Un Gobierno conservador que acaba de dar su visto bueno a la demolición de unos vestigios importantes del Madrid de los Austrias, ¿protegerá al menos del voraz apetito de las multinacionales del pan de molde a los modestos palacios de la restauración alimentaría? ¿Se acerca el día de la subvención al gazpacho y la tortilla de patata? Quién sabe. Lo cierto es que mientras asistimos a la proletarización de nuestros paladares, ahí están ellos, orondos y colesterosos: los hamburgueses del mundo unidos.
Babelia
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