Ofensa a la inteligencia
Que el tema de la violencia estudiantil y el fracaso del sistema educativo en la enseñanza media norteamericana es candente está fuera de toda duda. Ahí está un filme reciente como Mentes peligrosas, o incluso uno muy menor, llamado en inglés Capoeira, que es ciertamente el antecedente más cercano al que hoy nos ocupa: como aquí, en aquel oscuro filme la acción transcurría en Miami y el protagonista era un ex comando entrenado para luchar en cualquier parte, Ya no se trata, pues, de los modelos de educador liberal, aunque riguroso, impuestos antaño por Glenn Ford o Sidney Poitier, sino de otra cosa: ya sólo puede ser profesor de un instituto conflictivo un experto en kárate, y que, a ser posible, lleve en las culatas de sus colts varias muescas. Todo lo demás es sencillamente impensable.El sustituto es así un filme de macho-macho, ex combatiente, dotado de un impresionante arsenal tecnológico y buen amigo de sus amigos; de más está decir que pésimo enemigo de sus enemigos. Éste no enseña artes marciales, sino Historia, y habla en primera persona: de Vietnam, por ejemplo, de esa guerra en la que "luchamos contra el comunismo", dice él, y "en la que derrotamos a Hitler", precisa un alumno, mientras otro corrige al anterior. "No, eso fue en la I Guerra Mundial, tío", y el profe (un Tom Berenger más de cartón piedra que nunca, y ya es decir) pone las cosas en su lugar, aunque es más bien superfluo: al fin y al cabo se trata de la misma guerra, la que siempre gana EE UU: nada se dice de que en Vietnam perdieron.
El sustituto
Director: Robert Mandel. Guión: Roy Frumkes, Rocco Simoneli y Alan Ormsby. Fotografía: Bruce Surtees. Música: Gary Chang. Producción: Morrie Eisenman y Jim Steel, EE UU, 1996. Intérpretes: Tom Berenger, Emie Hudson, Diane Venora. Estreno en Madrid: Palacio de la Prensa, Canciller, Palaffox, Benlliure, Acteón y Aluche.
Temas candentes
Pero en fin, no hay que buscarle tres pies al gato y todo es más sencillo para la vieja y astuta empresa del cine yanqui. Hay que sacar ventaja de dos de los temas candentes, el deterioro de la enseñanza y la droga, y al tiempo, situar la acción en una ciudad en la que viven americanos, pero menos: es sabido que Miami es feudo de "hispanos", y así, los alumnos no son blancos, anglosajones y protestantes, sino negros, cubanos, indios semínolas y algún que otro foráneo, con lo cual todos tranquilos.Se trata, además, de condimentar las cosas con unos buenos tiroteos, algún que otro encontronazo a hostia limpia, un buen mártir -negro, que tampoco conviene exagerar- y listos. Se encarga la faena a un director que sabe rodar pelis de acción y a embolsarse unos buenos dólares. Hablar así de filme oportunista es lo menos que debe hacerse, pero no alcanza: es también primariamente ideológico, ofende a la inteligencia y sospecho que a cualquier pedagogo le puede llegar a poner los pelos de punta.
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