La sombra de Soria

EL PRESTIGIO de la democracia chilena ante sus propios ciudadanos y ante la opinión pública internacional no se ve precisamente reforzado con la última peripecia judicial del llamado caso Soria. La sentencia que amnistía a los agentes de la DINA que en julio de 1976, durante la dictadura del general Pinochet, asesinaron al ciudadano español y ex funcionario de la ONU Carmelo Soria es un escándalo. Y sugiere que Chile continúa en estado de libertad vigilada.La sentencia sostiene que Soria no tenía inmunidad diplomática y que la aplicación de la amnistía aprobada en la transición a la democracia no vulnera los tratados sobre derechos humanos suscritos posteriormente por Chile. Es discutible. En todo caso, no impide que muchos chilenos compartan la "profunda decepción" del Gobierno español.

No se trata de diferencias entre España y Chile, como sugiere el general Fernando Torres, auditor jefe del Estado chileno, al declarar con insoportable demagogia: "Somos un país independiente de España desde hace más de 150 años, y no creo que sigamos siendo una colonia en materia jurídica". El caso Soria tiene por víctima a un español, pero es un problema chileno. Es un pulso entre los demócratas y los cómplices de la dicta dura, con Pinochet a la cabeza. La reconciliación es necesaria siempre para salir de un pasado atroz como el chileno o el español. La diferencia está en que el máximo responsable de la pesadilla chilena sigue con poder suficiente para imponer impunidades.