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Fin de, la crisis de las avionetas

Antonio Caño

La crisis de las avionetas llegó ayer al final en un muelle del puerto de La Habana donde había atracados un cazasubmarinos y un crucero italiano cargado de turistas. No era un mal final para una crisis que, aunque fue breve, tuvo de todo: muertos, tensiones, misiles, sanciones y espías. El buque de la Marina de Guerra cubana zarpó a las 11 de la mañana rumbo al límite de las aguas jurisdiccionales y detuvo sus máquinas nueve millas al norte de Cojimar. Allí aguardó pacientemente a que llegase una flotilla & 20 barcos y 18 aviones anticastristas que se dirigía a la zona. Los exiliados venían acompañados de varios barcos guardacostas norteamericanos, y se temían provocaciones.Pero, no ocurrió nada. Ni un avión en el cielo, ni un puntito en el horizonte. Los 70 periodistas que viajaban distribuidos en el viejo cazasubmarinos CS-321 de tecnología rusa y otras cuatro lanchas patrulleras cubanas, no pudieron ver ni hacer nada. Solo tomarse unas cervezas y unos bocadillos ofrecidos por las Fuerzas Armadas cubanas. Sólo hubo un momento de tensión, cuando el comandante de la nave principal, Ruben Ibalmea, dijo: "Hoy nuestras armas de combate son ustedes, los periodistas". Ante el estupor general, Ibalmea aclaró: "Sólo ustedes pueden mostrar al mundo quienes son los que provocan y violan nuestro espacio aéreo".

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La mar estaba picada en el estrecho, y a pesar de que las rampas Ianzatorpedos situadas a babor y a estribor impresionaban, los presagios de paz eran buenos. Por primera vez en 37 años, los Gobiernos de Cuba y de Estados Unidos se habían puesto de acuerdo en evitar un incidente e impedir que una provocación de los grupos anticastristas arrastrasen a ambos países a una nueva escalada de tensiones. "Puede ser un día histórico", había declarado el presidente del parlamento cubano, Ricardo Alarcón.

Alarcón dijo que si EE UU cumplía con su compromiso y garantizaba que los exiliados no violasen la soberanía cubana, "por primera vez estaría haciendo que se respetase la ley internacional". En caso contrario, si los guardacostas norteamericanos que acompañan a la flotilla permitían una provocación, Ias autoridades norteamericanas serían responsables y cómplices de la violación internacional" y de sus consecuencias. Corona de flores

Así fue, y a las cuatro de la tarde, los barcos de guerra cubanos pusieron de nuevo rumbo a La Habana. Dos horas antes, Eva Barbas, la madre de Pablo Morales, uno de los cuatro pilotos de Hermanos al Rescate muerto el sábado pasado, había ido al malecón y arrojó una corona de flores por la memoria de su hijo. Muy cerca de allí, en el puerto de La Habana, el CS.321 atracaba a las 5:30 de la tarde con su misión cumplida.

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[El presidente cubano, Fidel Castro, en unas declaraciones a la revista estadounidense Time, ha sido rotundo: "Asumo la responsabilidad de lo ocurrido". El líder cubano dijo que Hermanos al Rescate, al que pertenecían las dos avionetas derribadas el día 24, comenzó como -un grupo humanitario pero luego emprendió "acciones terroristas sumamente graves contra nuestro país bajo el patrocinio la Fundación Nacional Cubano Americana" de Miami.

Por otro lado, ayer se supo que Castro recibió al ex piloto de Hermanos al Rescate y presunto espía, Juan Pablo Roque, quien denunció, tras su regreso a la, isla, el carácter terrorista de la agrupación anticastrista. Roque trabajó para el FBI y aseguró que EE UU sabía que Cuba estaba decidido a derribar las avionetas que violasen el espacio aéreo cubano.]

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