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CUMBRE DE MADRID

La criba para acceder a la moneda única será en abril de 1998, después de las elecciones francesas

La criba de la moneda única será en abril de 1998. Las elecciones generales francesas de ese año se adelantarán a febrero o marzo para que no se vean influidas por el proceso de creación de la divisa europea. Las emisiones de deuda pública de los países que accedan a la Unión Monetaria serán, casi en su totalidad, en moneda única desde el 1 de enero de 1999. Éstas son las bases del acuerdo alcanzado por Francia y Alemania en la cumbre de Baden-Baden, según fuentes comunitarias. Un acuerdo que asegura la aprobación de los escenarios de la moneda única en la cumbre de Madrid.

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Sólo el nombre es todavía una incógnita. El resto de los desacuerdos pendientes sobre la moneda única europea fueron resueltos en la reciente cumbre Franco-alemana celebrada en la ciudad balneario de Baden-Baden, en la República Federal. El ministro alemán de Finanzas, Theo Waigel, y su homólogo francés, Jean Arthuis, dejaron resueltos los dos principales obstáculos (la fecha de la criba y las ernisiones de deuda pública). El tercer desacuerdo, el estatuto legal de la futura moneda europea durante el periodo transitorio (entre el 1 de enero de 1999 y el 1 (le enero del 2002), de considerable complejidad técnica y de efectos políticos y económicos no desdeñables, se deja para mejor ocasión. No es un problema que deba quedar resuelto este mismo fin de semana.Francia y Alemania eran los únicos países que planteaban objeciones al escenario aprobado por los ministros de Economía de los Quince en el último Ecofin. Su acuerdo bilateral, en línea con los deseos de los restantes. Estados miembros, debe ahora ser ratificado en la cumbre de Madrid, junto al resto del escenario de tránsito a la moneda única. Oficialmente, la fecha de a criba será "lo antes posible en 1998". El acuerdo tácito es que ese "lo antes posible" sea después de las elecciones francesas. Para ello, Francia las adelantará. De esta forma se cumplen los objetivos de ambas partes: Francia evita el peligro de que coincidan la criba y las elecciones generales. Alemania logra su exigencia de que la criba se realice con datos reales del ejercicio de 1997.

El problema de la deuda se ha resuelto a favor de las tesis franesas y de la Comisión Europea. Casi toda la deuda pública se emitirá en moneda europea desde el inicio de la tercera tase: el 1 de enero de 1999. Pero es casi seguro que se autorizará que las emisiones de deuda no negociable se puedan emitir aún en moneda nacional.

Las emisiones de deuda no negociable -aquellas cuya titularidad no se puede traspasar a terceros en los mercados financieros- son mucho menores que las negociables. Al no poderse revender, necesitan un mayor respaldo que el resto de la deuda para colocarse en el mercado. Las monedas nacionales que consideren que tienen mayor respaldo en el mercado que la moneda europea tendrían así una última oportunidad de sacar fruto de ese prestigio. Y Theo Waigel podría cumplir con el doble objetivo de dar un fuerte contenido a las operaciones en moneda europea desde el primer momento y al mismo tiempo decir a os alemanes que el marco sigue en pie hasta el último suspiro.

Preparar la divisa

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El único perjudicado por este acuerdo es el Instituto Monetario Europeo (IME), que siempre ha reclamado que necesita un año para preparar el lanzamiento de la divisa. La solución que se baraja es que el IME constituya una especie de "consejo de gobernadores en la sombra", integrado por los gobernadores de los bancos centrales cuyas monedas estén aparentemente en condiciones de entrar en la moneda única. Si esta fórmula no es finalmente aceptada, el IME deberá adelantar los trabajos o condensarlos en el periodo hábil posterior a la criba: unos nueve meses.

Al margen de lo que son estrictamente los escenarios de tránsito a la moneda única, dos cuestiones complementarias ocuparán el tiempo de los jefes de Estado o de Gobierno: el nombre de la moneda y la relación entre los países que accedan y los que se queden fuera.

España desea un acuerdo sobre el nombre, aunque considera que no es imprescindible. Francia ha planteado reticencias a la propuesta alemana de cambiar el nombre ecu por el de euro. Pero estas reticencias no parecen tener la fortaleza suficiente, ni Francia aportará las alternativas que lógicamente se deberían poner sobre la mesa para llegar a una solución.

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