Egipto reabre hoy al público la tumba de la reina Nefertari en la necrópolis de Tebas
Expertos internacionales advierten que se destruirá el equilibrio ambiental del recinto
La pequeña pero maravillosa tumba de la reina Nefertari, en el Valle de las Reinas, en Luxor, vuelve a estar abierta al público a partir de hoy tras permanecer cerrada más de 20 años. Una minuciosa restauración ha devuelto su esplendor a esta joya de la antigüedad, un recinto funerario digno de la que fue esposa favorita de Ramsés II. La decisión del Gobierno egipcio de volver a permitir las visitas turísticas está siendo ya muy criticada por especialistas en conservación. El verdadero tesoro de la tumba, despojada de todo mobiliario, son sus frágiles pinturas murales, creadas por los mejores artistas del Imperio Nuevo egipcio y que representan a la reina como mujer de una impresionante belleza.
La tumba, cuya restauración a cargo de un equipo internacional bajo los auspicios del norteamericano Instituto Getty de Conservación concluyó en 1992, podrá ser visitada ahora por 150 personas al día, según informan las autoridades egipcias. Expertos en restauración consideran un error abrir la tumba, cuyo equilibrio ambiental es muy delicado. Achacan la iniciativa a la política turística de Egipto, que quiere crear el máximo de alicientes posibles para aprovechar el aumento de visitantes extranjeros que se registra ahora en el país, tras el descenso brutal de los últimos años causado por la amenaza de los fundamentalistas.Nefertari (1304 a. de J.C.-1237 a. de J.C.) formaba parte del harén que Seti I dio a su hijo, Ramsés II. Los historiadores la sitúan por su importancia junto a las más grandes mujeres del antiguo Egipto, como Nefertiti (esposa de Akhenaton), la viril Hatshepsut o Tiye. Se la representó en algunos monumentos a la misma escala que su egomaniaco marido y se le dedicó el templo de Hathor en Abu Simbel. Tuvo seis o siete hijos con Ramsés II, pero todos murieron antes que el longevo faraón. Se la denominaba con el título de Nefertarimerymut, "amada de Mut", la diosa buitre, esposa de Amon y patrona de Tebas.
La tumba de Nefertari, construida hace 3.200 años, se encuentra en el Valle de las Reinas, Biban el-Harim o El Lugar de la Belleza, como lo denominaban los antiguos egipcios. El Valle de las Reinas es el sector de la gran necrópolis de la antigua Tebas donde se enterraba a las reinas, princesas y príncipes de las dinastías XVIII, XIX y XX, y se encuentra relativamente cerca -un kilómetro y medio- del Valle de los Reyes. El Valle de las Reinas es un sitio poco impresionante, muy tranquilo. Se conocen alrededor de unas 80 tumbas en el sector. Varios de los recintos mortuorios están completamente en ruinas y su interior es un caos de piedras en el que hasta es posible observar restos marrones de momias destrozadas. La tumba de Nefertari es sin duda la más hermosa del Valle de las Reinas y visitarla, restaurada, constituye una experiencia impactante. Se accede por un empinado pasillo con escaleras que conduce a una primera cámara cuadrada a cuya derecha se abre una capilla lateral para ofrendas a los dioses. De esta primera cámara, a través de otro pasillo descendente con escaleras, muy corto, se accede a la cámara sepulcral (10,40 x 8,50 metros) con cuatro pilares y tres pequeños anexos. La tumba está vacía. Cuando la descubrió el italiano Ernesto Schiaparelli ya había sido saqueada y lo único que quedaba era el sarcófago de piedra, sin la momia y roto (actualmente se exhibe en el Museo de Turín). La tumba no resulta en ningún momento opresiva o claustrofóbica, pese a su pequeño tamaño. Al contrario que en algunas de las grandes tumbas del Valle los Reyes, no hay aquí nada siniestro. El techo pintado con innumerables estrellas doradas, las paredes blancas y los increíbles colores de las pinturas hacen que la tumba sea un lugar maravilloso en el que, junto al pertinente sentimiento sagrado, es posible sentir una incongruente felicidad. Hay pinturas por todos lados. Representan a todos los dioses del panteón egipcio: Isis, Anubis, Horus, el momiforme Osiris, Serket, coronada con un escorpión, Khnum, de cabeza de carnero, Khepri, mostrado como un hombre con cabeza de escarabajo, las siete vacas celestes, el pilar Djet, la cobra Meretseguer. Y, sobre todo, las pinturas retratan a la reina Nefertari, delicada, elegante, altiva, vestida con lino transparente. En las más espléndidas representaciones luce el tocado del buitre de oro y la doble pluma larga de Ptah.
Babelia
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