Absueltos los 11 marineros españoles acusados de narcotráfico en Venezuela
Tras una espera de siete meses en la cárcel de Barcelona (Venezuela), 11 marineros españoles y tres venezolanos fueron absueltos ayer por el Tribunal II Penal de las acusaciones de traficar con drogas en el buque atunero Monte Blanco. Saldrán en libertad condicional el próximo viernes. De camino a la cárcel para dar la buena nueva a los detenidos, el abogado defensor Antonio Barrios leyó por su teléfono móvil a EL PAÍS los términos del ansiado fallo: "Fueron 14 absolutorias están exentos de toda responsabilidad".
La tripulación completa del Monte Blanco, formada por tres venezolanos y 11 españoles, fue detenida con el buque a mediados de marzo, cuando la Armada venezolana descubrió un alijo de 1,8 kilos de cocaína de alta pureza en el interior del mástil principal, después de ocho días de afanosa búsqueda en el muelle del puerto de Guanta, situado al noreste de Venezuela.El abogado Barrios dijo que iba a notificar a los marineros su inminente traslado a la sede del tribunal para recibir el fallo absolutorio. El próximo viernes saldrán del penal de Barcelona. Sin embargo, todavía no podrán regresar a España, pues su libertad está condicionada a la ratificación o revocatoria de la sentencia por parte de un tribunal superior.
La ley antidrogas venezolana es muy severa. En los casos de narcotráfico establece necesaria mente el pronunciamiento de la instancia superior, aunque la sentencia sea absolutoria en la inferior. Obliga, asimismo, a de positar una fianza o caución para que el procesado no se ausente de la jurisdicción geográfica durante el tiempo, 15 días o un mes, que tarde en llegar el dictamen final.
De esta manera, los marineros deberán permanecer un mes más en la ciudad de Barcelona. Se trata de Miguel Ángel PenaLamas (capitán), Antonio Villena Legusa, Víctor Caamaño, Francisco Martínez Chouza, José María González Araujo, Joaquín Vidal Rodríguez, Francisco Devesa Romar, Antonio Gómez Varela, José Antonio Rivera, Emilio Cabral Barra, Antonio Lema González, y los venezolanos: Miguel Alvarado, Gregory Salazar y Jesús Rosillo.
Ninguno de los miembros de la tripulación del Monte Blanco, fletado por el grupo Calvo, imaginó que el 2 de enero de este año, cuando-zarpó del puerto de Laxe (Galicia), iba a terminar la faena atunera en el penal de Barcelona, catalogado como una de las peores cárceles venezolanas, donde abundan las reyertas, los motines y los asesinatos cometidos impunemente.
Lo primero que les contaron sus nuevos compañeros de celda fue que, hace dos años, decapitaron a cinco reclusos y jugaron al fútbol con sus cabezas, que después exhibieron en estacas. Por supuesto, el terror se apoderó de los procesados españoles. Y a la inseguridad se añadió el hacinamiento, las ratas y la inmundicia.
Misterio
En este ambiente carcelario los marineros, tras declararse inocentes, recordaban paso a paso el itinerario del buque para ver en qué momento o quién pudo haber colocado la droga en el más til. Todo fue en vano. En Laxe los inspeccionó la Guardia Civil y no encontró nada. De Galicia se marcharon a Italia. Después regresaron a España para cargar provisiones y navegaron rumbo a Cartagena de Indias (Colombia), donde también los revisó la DEA (agencia antidroga de Estados Unidos). De allí, a Venezuela donde, a la altura de Puerto Cabello, la policía naval volvió a la búsqueda hasta que llegaron a Guanta, donde colaboraron con la Armada venezolana en la intensa búsqueda de la droga.El Monte Blanco también estuvo detenido en el muelle de Guanta con cinco maquinistas que lo cuidaban hasta finales de agosto, cuando el Tribunal 11 Penal lo liberó.
Los 14 marineros lograron estar juntos y fueron trasladados a una celda especial, la más limpia, gracias a las gestiones efectuadas por el consulado de España.
La empresa pesquera, segura de la inocencia de su tripulación, también ha colaborado en el traslado de los familiares de Galicia a Venezuela y en la asistencia legal.
La compañía les ha pagado el sueldo durante estos siete meses de prisión y ha prometido volverles a contratar tan pronto termine esta inesperada y dramática odisea. La libertad condicional la disfrutarán en una residencia junto a sus familiares, que ha preparado la empresa.
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