Roman Gubern considera inquietante que las imágenes digitales puedan sustituir a los actores
"La evolución de las imágenes electrónicas y holográficas en el cine crea copias tan perfectas de la realidad que resulta difícil diferenciar entre lo real y lo clónico", advirtió ayer en San Sebastián Roman Gubern, para quien el panorama cinematográfico es "inquietante". El teórico participó ayer en el seminario dedicado a las nuevas tecnologías del cine, dentro de los cursos de verano de la Universidad del País Vasco. "Cuando la copia es tan perfecta como el replicante, aparece la confusión de identidades y la psicosis de la realidad", dijo. En opinión de Gubern, no es éste el único peligro derivado de las nuevas tecnologías, que combinan la imaginación ilimitada del artista tradicional con la perfección que la máquina produce. "Las imágenes digitales ponen en crisis el principio de la semiótica tradicional que afirma que la imagen sirve para representar", indicó.Gubern, que dejó el Instituto Cervantes en Roma el pasado julio, salpicó su conferencia de alusiones a películas y a libros futuristas como Alicia en el país de las maravillas y Un mundo feliz para explicar la pérdida de importancia de los actores en los nuevos métodos de realización cinematográfica. "La imagen digital hace prescindibles a los actores porque es posible la utilización de actores muertos, con el consiguiente peligro para la industria del cine y también para el teatro", previno Gubern, para quien las nuevas formas tienen la única virtud de "reactivar la artesanía de las marionetas". La realidad virtual, "que crea un hiperrealismo perceptivo asentado en un soporte inexistente", ocupó también su espacio en la charla. En un futuro se podrá entrar en una película y comenzará el cine personalizado en el que el espectador volatiliza al narrador", dijo. El panorama cinematográfico expuesto ayer por Gubern deja poco sitio al optimismo. En su opinión, el cine actual tiende, por una parte, hacia "la esclavitud de los mercados más vulnerables; gran parte de la producción está colonizada por el público fiel adolescente", y, por otra, hacia "la contaminación de las técnicas y modelos narrativos de la televisión".
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