Contamíname
La editorial Castalia acaba de públicar, en su colección de clásicos de clásicos, una rigurosa edición de dos hermosas obras de Gil Vicente, el más grande de los dramaturgos peninsulares del XVI y poeta exquisito, cuyas canciones y villancicos sedujeron al joven Alberti y fueron decisivos en la escritura de Marinero en tierra. Se trata del Auto da barca da gloria y la Nao d`amores. Aunque están escritas en castellano, contienen, además de los títulos, muchos pasajes en portugués (acotaciones, nombres de los personajes y fragmentos).Gil Vicente era bilingüe, como lo eran casi todos los escritores portugueses del XVI. Dulces tiempos aquellos en que el castellano, la "lengua vulgar" de la península -así lo llama algún texto de la época-, traspasaba fronteras sin miedo a las pavuras nacionalistas de cualquier signo. Dulces tiempos en que los gramáticos puristas no ejercían su mirada de águilas inquietas dispuestas a lanzarse sobre los corderillos inocentes de las palabras. El castellano de Gil Vicente no es puro; está poblado de portuguesismos. Su portugués tampoco lo es: está invadido de castellanismos. Y, sin embargo, su teatro es grande y su poesía es enorme, aunque no sean. lingüísticamente puros, como es grande Os Luisiadas, de Luis de Camoens, el mayor de los poetas, de Portugal, que fue. también un magnífico poeta en castellano.
Pero yo no quiero exaltar el bilingüismo de estos escritores, sino el hecho de la impureza verbal, de la contaminación lingüística, del mestizaje fecundo y hondo de los idiomas.Los gramáticos puristas (es decir, casi todos) tienden cordones sanitarios entorno a los idiomas: los quieren aislar, los quieren preservar, los quieren defender de los extranjerismos, que llaman barbarismos, ven con malos ojos la creación de palabras o los usos nuevos e invocan constantemente la tradición para reprimirlos. Seguramente es necesario que alguien haga este oficio, y seguramente es bueno para los profesores y sus alumnos que así saben lo que tienen que enseñar y aprender.. Pero para la creación literaria, lo ímportante de verdad es el mestizaje, la fusión, la cópula de los idiomas, la coñtanfina-.. ción entre las leguas.Valle-Inclán escribió parte de su obra -la de ambiente galaico- en un castellano agallegado; es posible que el caste llano de Unamuno fuera "aprendido", como decía maliciosamente Ortega, pero qué penetrante es en a sus mejores momentos de castellano vascongado; Rafael Sánchez Mazas hizo es cribir a Pedrito de Andía en un fragante castellano vizcaíno, a tope, sin disimularlo, como disimulaba Baroja, y las nubes gallegas mojan el castellano, que es casi música, de la Mazurca para dos muertos de, Camilo José Cela. Este año se han cumplido cien del nacimiento de Juan Larrea, uno de los padres del surrealismo español, quien decidió escribir lo mas duradero de su obra en un francés necesariamente heterodoxo y castellanizado. Y algunos de los más grandes escritores modernos transitan de una lengua a otra con toda felicidad. Beckett, repitiendo, acentuado, el gesto de Oscar Wilde, otro irlandés, escribió en inglés y en francés, y muchas veces no se sabe qué versión fue la primera, si la inglesa o la francesa. Nabokov, caso ejemplar, escribió en ruso, en alemán, en francés y, finalmente, en inglés. Tradujo del francés, del inglés e incluso del alemán al ruso, y del ruso al francés y al inglés, y se tradujo él mismo de algunas de estas lenguas; suya, por ejemplo, es la versión rusa de Lolita, escrita originariamente en inglés, y para algunos su obra maestra. Los especialistas consideran que su inglés es una especie de lengua franca angloamericana: unos la admiran; otros la detestan por extranjera- Pero Nabokov es grande como pocos escritores de este, siglo. Cierto que pueden lamentarse las causas que lo llevaron a residir fuera de su lengua nativa, la "extraterritorialidad" de la que ha hablado George Steiner. Pero no podemos deplorar sus efectos.
"Contamíname", canta Ana Belén, y no me parece malo que todos nos contaminemos un poco en materia de idioma y de literatura. Para ser más imaginativos, también para ser más libres. La pureza es la regla de hierro de todas las ortodoxias y todos los dogmas. Lejos de mí proponer atentados contra los buenos usos de la lengua castellana, aunque no debamos confundimos con los díctámenes censorios de los gramáticos puristas , que le enmiendan la plana al mismo Cervantes. Sí, un poco de impureza, por favor.
Babelia
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