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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Debate genuino

FELIPE GONZÁLEZ cumplió ayer su propósito, anunciado la víspera, de no hablar en su comparecencia parlamentaria de otra cosa que de los objetivos de la presidencia española de la Unión Europea (UE). No dijo ni media palabra sobre cuestiones de política interna ni hizo la menor indicación sobre el calendario electoral, que con tanta insistencia le han reclamado los socios. catalanes del Gobierno. El portavoz de CiU, Joaquim Molins, no dudó en calificar como un error la actitud de González y le advirtió que en modo alguno proporcionará a la presidencia española de la UE la estabilidad política. que requiere.No faltaron, por lo demás, críticas incluso muy duras a la inestabilidad de este Gobierno y al deterioro causado por los escándalos, pero la reconvención de los nacionalistas catalanes adquiere un peso político específico por tratarse del grupo que permite a González seguir gobernando. Si la advertencia es o no el prólogo de un divorcio a fecha fija lo sabremos pronto.

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En todo caso, el Congreso de los Diputados fue testigo ayer de un genuino debate sobre cuestiones relacionadas con la presidencia de la UE. Ningún portavoz parlamentario contrapuso los temas europeos a los internos españoles para buscar agitaciones hoy tan fáciles. Con matices, todos convinieron en que la suerte de España está irremediablemente unida al futuro de Europa. Quizás ello explica el buen tono y el rigor expositivo de los portovoces parlamentarios participantes en el debate. Los temas concretos no se esfumaron esta vez entre la retórica parlamentaria y los desaforados ataques políticos.

El presidente del Gobierno, como le correspondía, hizo el guión de lo que fue la reciente cumbre del Consejo Europeo de Cannes (Francia) y de lo que debe ser la presidencia española de la UE de aquí a su término en diciembre próximo. Y los líderes parlamentarios, como les correspondía, lo criticaron, enmendaron o aprobaron, según los casos. El resultado fue un debate de cuatro horas que proporcionó interesantes aportaciones de los líderes políticos a los, cuatro objetivos básicos que tiene ante sí la presidencia española de la Unión Europea.

El líder de la oposición, José María Aznar, hizo por primera vez una exposición detallada, y sobria de sus objetivos y de aquellos puntos de la política europea en los que el Gobierno puede contar con su apoyo. Que González no puede esperar treguas de quienes le exigen la dimisión y elecciones inmediatas está ya claro. Aznar se lo recordó al presidente. Pero también habló de un "apoyo exigente", coincidió con el presidente del Gobierno en que hay objetivos que afectan directamente a la política española, desde la búsqueda imperiosa de paliativos al problema. del desempleo, a la crisis dé las pol1ticas agraria y pesquera y a la adopción del principio de prosperidad. relativa corno principal criterio de financiación futura de la Unión.

El coordinador general de Izquierda Unida, Julio Anguita, enmarcó sus denuncias al Gobierno en el contexto de la política europea. Y aunque sus reservas al proceso europeo volvieron a quedar en evidencia, se mostró dispuesto a no regatear "reconocimientos o censuras severas, ni compromisos de colaboración o de apoyo, donde la acción concreta lo requiera". Un discurso razonable al que este país no está ya habituado.

Las cuestiones de seguridad y defensa común estuvieron lógicamente eclipsadas por el drama de Bosnia-Herzegovina y las sombras que proyecta sobre la unidad de criterio en la UE. Y de cara a la Conferencia Mediterránea a celebrar en Barcelona en noviembre próximo, los grupos parlamentarios han entendido. la s posibilidades que abre para afrontar problemas muy graves que afectan a nuestros vecinos más próximos y, por tanto, a nosotros.

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