Un chorro sin fin
Federico García Lorca fue un creador incesante, que en un tiempo fatalmente breve elaboró una obra no sólo de excepcional calidad, sino también muy abundante. Basta comparar los ocho delgados tomitos de la primera edición de obras completas, la argentina de Losada, con los tres gruesos volúmenes de la última edición Aguilar, la del cincuentenario (1986), que ya está desfasada, pues el chorro de los inéditos ha seguido fluyendo sin pausa desde entonces, interminable y siempre sorprendente.Cuando García Lorca murió -esto es, lo asesinaron-, se había publicado apenas un tercio de su obra de madurez. Pero los asesinos no pudieron con los manuscritos, aunque alguna tentativa de siniestra rapiña hubo durante la guerra civil.
Erigidos en vengadores del gran ultrajado, esos manuscritos han ido emergiendo durante estos años de manera incansable: fueron pri mero Poeta en Nueva York y el Diván del Tamarit; después vino La casa de Bernarda Alba; luego la benemérita edición completa de Aguilar, tutelada por el cordial Arturo del Hoyo, se convirtió e el mágico buzón al que llegaban, edición tras edición nuevos poemas, prosas, conferencias, textos dramáticos además de cartas, entrevistas, declaraciones, dibujos y melodías.
No todos esos inéditos tenían la misma significación importancia, pero han abundado las aportaciones memorables: así en los último veinte años se han publicado nada menos que El público, el guión de cine Viaje a la Luna el libro de suites y el poemario inconcluso Sonetos del amor oscuro.Nuevos inéditos
No hay signos de que la marea de los inéditos vaya a de crecer. El pasado mes de febrero se subastaban en Madrid dos textos juveniles y e último boletín de la Fundación García Lorca ha dado a conocer dos nuevas suites hasta ahora sólo accesible parcialmente, con un total de siete poemas nunca impresos, cuyo descubrimiento ha sido posible gracias a trabajo que se ha realizado en la catalogación de los fondos documentales de la fundación.
De esos fondos procede los poemas inéditos que ahora se publican. Lo más destacado son, a mi juicio, los dos cuartetos de un soneto in concluso perteneciente a la serie de los Sonetos del amor oscuro.
Retenga el lector este ver so mágico que define la "dulce cama" del amor: "¡Oh, gruta de algodón, penumbra y llama!".
Pero las sorpresas en est campo no se han terminado En los próximos meses asistiremos a la aparición d nuevos y desconocido textos.
Babelia
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