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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Del fletán a la fresa

SE HA convertido en un ritual de primavera que camiones con productos españoles -especialmente hortofrutícolas- sufran las iras de agricultores franceses convertidos en salteadores de caminos. Y también es tristemente habitual que representantes de asociaciones campesinas francesas intenten imponer una peculiar política proteccionista a sus productos recurriendo a métodos de coacción mafiosa contra puntos de venta y distribución de productos españoles en el país vecino. Los responsables de estos asaltos, en ocasiones con serio peligro para la integridad física de ciudadanos españoles (ayer fueron incendiados al menos nueve camiones españoles cargados de fruta), son miembros de asociaciones legales y las amenazas son formuladas por escrito con firmas, nombres, apellidos y membretes de sindicatos agrarios, tales como la poderosa FNSEA.Y, si es indignante que las asociaciones campesinas francesas recurran al bandidaje como método de conquista del mercado europeo -no ya francés- de la fresa u otra fruta, lo es aún más la insultante impunidad con que lo hacen año tras año. Las autoridades francesas son responsables de la seguridad del tránsito. Y la Unión Europea debería darse prisa esta vez en tomar medidas eficaces para que Francia cumpla con sus obligaciones al respecto y no dejar las denuncias traspapeladas, como acostumbra.

Más información
Agricultores franceses destruyen 200 toneladas de fresa española

España acaba de ver -y sufrir- cómo un país, Canadá, recurría a la fuerza y violaba las leyes para lograr a la postre sus objetivos. Esperemos que Bruselas se dé cuenta del riesgo de permitir que este nuevo caso de piratería, esta vez viaria, quede impune.

No sólo porque pueden repetirse reacciones ya habidas, como la destrucción de productos franceses en hipermercados españoles. Los llamamientos al boicoteo de productos franceses en España son ya un hecho. Hay que cortar de raíz este conflicto para evitar que el mercado único acabe. hecho añicos por guerras de clanes y gremios. Un mercado único que, por lo demás, ha favorecido enormemente a Francia en el intercambio de productos agroalimentarios. En 1985, justo antes del ingreso en la Unión Europea, España gozaba de un superávit de 51.000 millones de pesetas, hoy la balanza se inclina a favor de Francia en 68.000 millones. La. única forma de proteger ese mercado único es castigar a los culpables, indemnizar a las víctimas y protegerlas contra la reincidencia. Si París, absorto en su proceso, electoral, no quiere hacerlo, la UE deberá imponérselo.

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