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Obispos argentinos reconocen que faltó coraje para denunciar los desaparecidos

Juan Jesús Aznárez

El debate sobre cobardías, culpas o complicidades durante la dictadura militar argentina ha alcanzado a la Iglesia católica, en cuyo seno convivieron castas y rameras, vicarios y capellanes castrenses que confortaron a lo verdugos y sacerdotes sacrificados en. el potro de la tortura. La Conferencia Episcopal abordará ahora la controversia que sacude al país, pero cinco obispos ya se han manifestado: faltó coraje para evitar la terrible represión del terrorismo subversivo.

, El oficial de la Armada Antonio Pernías, crucifijo, medalla de la Virgen Dolorosa y picana durante sus años de cruzado por Cristo y Occidente, se irritaba más cuando Graciela Daleo rezaba avemarías a los gritos para aguantar el tormento. "Si no hablás, te vas para arriba", le decía. La comparecencia en el Senado de Pernías y de su compañero de arma, Juan Carlos Rolón, admitiendo el empleo del suplicio en los interrogatórios de la Escuela de Mecánica de Armada, (ESMA) activó una polémica, que adquirío mayor fuerza cuando otro militar, Adolfo Francisco Scilingo, confesé su directa participación en la eliminación de detenidos mediante su lanzamiento al mar.Las familias de los 9.000 desaparecidos reanudaron sus movilizaciones y las declaraciones de varios supervivientes comprometen a la Iglesia, algunos de cuyos pastores fueron acusados de gallinas, pusilánimes o colaboradores de atropellos que «la mayoría de la Sociedad argentina trata de olvidar, pero cuya memoria aún incomoda o estremece.

María Ignacia Cercós de Delgado, esposa del periodista desaparecido Julián Delgado, imputó apocamiento al cardenal Pío Laghi, nuncio apostólico durante la dictadura. "Yo no acuso a Pío Laghi de represor, ni digo que aprobara las despariciones ni los métodos aberrantes. Creo, incluso, que hizo gestiones humanitarias, pero no fue suficiente. Suficiente hubiera sido la verdad". El prelado niega haber sabido de las barbaridades perpetradas en los calabozos de la Armada-. "No sé lo que la gente espera de un nuncio. Si hubiera conocido la verdad hubiese hecho más".

Laghi rechaza igualmente que sus partidos de tenis con el almirante Emilio Masera, indultado después de ser encontrado asesino, tuvieran especial connotación. "Habré jugado una o dos veces. Yo iba al Club Argentino porque necesitaba un poco de ejercicio. Una vez allí, necesitaba un compañero para poder jugar. Pero se hacen novelas de estas cosas". Argentinos sometidos a persecución defendieron al cardenal, y el ex director del diario Buenos Aires Herald Robert Cox se refirió a su pesadumbre cuando dio de comulgar al general Suárez Mason, entonces comandante del Cuerpo de Ejército. "Tuve deseo de estrellar mi puño en su rostro", dijo.

Reunión trágica

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"Lamentablemente, el arrepentimiento todavía no alcanzó a quienes tiene que alcanzar, incluida la Conferencia Episcopal", piensa el obispo de Viedina, Migúel Hesayne, quien aludió con amargura al año 1977, fecha en que un grupo de madres de presos desaparecidos pidió audiencia a la Conferencia Episcopal. Nora Cortiñas, una de ellas, evocó la espera: "Esa reunión fue trágica. Llovía de forma torrencial. No nos recibieron y ni siquiera nos ofrecieron un techo para cobijarnos. Sólo Hesayne; el obispo de Neuquen, monseñor Nevares, y el de Santa Fe, Vicente Zaspe, salieron a la puerta para hablar con nosotros, que estábamos mojadas hasta los huesos". "A. una madre no se le niega absolutamente nada, aun cuando sus hijos hubieran sido culpables", subraya Hesayne. Recuerda especialmente aquella fecha porque poco antes los obispos habían almorzado con los comandantes de la Junta Militar. "Nos vinieron a, adoctrinar contra la guerrilla, pero en una actitud de represión".

La Conferencia Episcopal, que se reúne la próxima semana para preparar un documento sobre las elecciones generales de mayo, abordará la polémica. En un comunicado de características inéditas, al divulgarse al margen de las estructuras del episcopado, cinco prelados convocaron al arrepentimiento de todas las partes implicadas en la violencia.

"Es el único camino posible para llegar a la verdadera y definitiva reconciliación", sostienen el arzobispo de La Plata, Carlos Galán; el arzobispo de Corrientes, Domingo Castagna, y los obispos de Morón, Justo Laguna; de Azul, Emilio Bianchi di Cárcamo, y de San Isidro, Jorge Casaretto. "Seguramente durante toda nuestra vida cargaremos en nuestras conciencias el arrepentimiento por no haber hecho mucho mas por impedir que jóvenes pertenecientes a nuestra Iglesia optaran por la violencia guerrillerra y por evitar que los represores incurrieran en tales aberraciones".'

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