"Necesitamos media docena de patrulleras"
."Estamos todos stand by [a la expectativa]". Después de sufrir la persecución y el intento de abordaje de las patrulleras canadienses los 31 tripulantes del Yerdel vivían ayer con la desesperación que embarga a todos los marineros cuando no pueden faenar. "Tenemos los nervios de punta", repetía incesantemente a través del teléfono Agustín Pastoriza, capitán del congelador gallego. "No podemos arriesgamos a que los canadienses nos corten los cables porque tendríamos que volver para casa y perderíamos la marea. Nosotros si no trabajamos no cobramos".Pregunta. ¿Han logrado recobrar la calma tras el incidente del domingo?
Respuesta. Sólo relativamente. Tenemos las patrulleras canadienses a unas seis millas de distancia y sabemos que en cuanto alguien se ponga a pescar vendrán para cortamos los cables.
P. ¿Corrieron peligro durante la persecución?
R. Las patrulleras llegaron a estar a unos 20 metros de nosotros y no hicieron caso cuando yo les pedí que se apartaran para que pudiésemos maniobrar. Hacer una maniobra con un barco tan cerca siempre es un peligro. En una situación parecida los del Estai decidieron picar sus cables, pero yo aguanté hasta el final y pudimos evitarlo.
P. La intervención de la patrullera española Vigía fue decisiva para evitar el abordaje. ¿Necesitarían más apoyo de la Armada?
R. Los canadienses sólo se fueron cuando la Vigía pudo ponerse a nuestro costado. Está claro que ellos evitaron el abordaje. El Gobierno delbería enviamos media docena de patrulleras. Al menos un barco nuestro por cada uno canadiense.
P. El ánimo de la tripulación, sin poder pescar, debe de estar muy bajo.
R. Aquí estamos perdiendo todos: el armador, porque tiene un capital que defender, y los marineros, que cobramos según las capturas. Hay gente entre nosotros que ya dice que en esta situación lo mejor es volver a casa. Nadie quiere ir preso, ni pasar por el trago por el que pasaron los del Estai. Nos sentimos como conejillos de indias, expuestos a todo esto para defender nuestra pesca. Claro que somos los primeros interesados en luchar por este caladero. Pero si el Gobierno también desea mantener la pesquería, que nos garantice por lo menos que vamos a cobrar aunque los canadienses no nos dejen trabajar. Y que España, junto a la Unión Europea, tome las medidas que tenga que tomar.
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