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La feria del libro de Los Ángeles abre una nueva frontera para las editoriales

Antes se escribía un libro, luego se presentaba a los editores y estos y sus distribuidores los llevaban a los libreros para que lo vendieran; autor, editor y distribuidor se sentaban después a comprobar si al final del proceso se justificaba el esfuerzo y el libro se vendía. A juzgar por lo que acaba de ocurrir en la feria internacional de los libreros norteamericanos que terminó el martes en Los Ángeles, los libros ya se venden antes de ser escritos.La feria, a la que han asistido más de 30.000 personas, abre una frontera extremadamente delicada. Los editores, sobre todo los de los grandes grupos, y los libreros grandes estiman que ya es imposible vender un libro por sí mismo sin tener en cuenta la importancia creciente de los medios electrónicos, de cualquier clase, para apoyar y definir su contenido y también para ponerlo al alcance de las masas, destinatarias de estos productos.

Soporte electrónico

La frontera no se abre sólo desde el punto de vista de lo que los libros son en sí mismos, sino sobre todo en lo que se refiere al modo y al lugar en donde venderlos. Por una parte, en esta feria de Los Ángeles, que ya es tan importante como la que celebran en otoño los editores en Francfort, se ha consolidado la tendencia de que el libro como soporte electrónico se abre paso con una potencia inusitada en EE UU.

Y, por otra, parece evidente que ya se ha abierto la guerra entre las grandes y las pequeñas librerías. Si es cierto que lo que aquí pasa ocurre en Europa poco después, las pequeñas librerías europeas tendrán que disponerse a ampliar su espacio para acoger todo el material de promoción con el que ahora los editores norteamericanos quieren convencer al público de las bondades de sus productos.

A pesar de que, como es natural, han estado en las estanterías, esta es una feria sin libros. La ABA (American Booksellers Asociation) comenzó siendo una feria para libreros, en la que los editores norteamericanos les sugerían el modo de vender mejor sus productos. Sigue siendo eso, pero también es un banco de pruebas sobre el futuro.

Las estanterías están llenas de libros posibles. Las cubiertas, verdaderamente imaginativas, se refieren a libros vacíos, aún no escritos y no enteramente definidos, sobre los que los libreros hacen pedidos multimillonarios confiados en la capacidad que el editor tiene para convencerle de la importancia y de la sustancia de sus ofertas.

Esto es verdad no sólo para los grandes libros ilustrados o apoyados en el soporte electrónico -el CD Room es el rey de la feria- sino también para las obras de ficción cuyos autores aún no han comenzado a escribir, pero que lo harán no sólo en función de lo que hayan pujado por ello sus editores de todo el mundo sino de acuerdo con lo que los libreros piensan que van a vender.

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