Adivinanzas en Palacio
Como si fuera un juego colectivo, la adivinanza que recorrió anoche la fiesta del Cervantes en el Palacio Real fue la de saber quién había sido al fin el adjudicatario de Banesto. "No lo sé", le comentó el Rey a la enésima persona que se lo preguntaba. "Desde luego, yo no". Como es habitual, los Reyes departieron durante dos horas y media con amplios corros de invitados.Entre los editores -quizá la tribu mejor representada en la fiesta de todo el país de las letras- se comparaban datos de la reciente fiesta del libro ciertamente esperanzadores, al menos en Cataluña: a falta aún de recuento último, al parecer García Márquez vendió el domingo, día de Sant Jordi, cerca de 40.000 ejemplares -sólo en Cataluña-, de su última novela, Del amor y otros demonios (Mondadori), y de la biografía de Franco escrita por Paul Preston se habían tenido que desembalar a toda prisa pedidos de otras partes de España para atender la demanda de los barceloneses. Después de un periodo de reorganización, Taurus, editorial de ensayo, publicará la versión española de Destra e sinistra, libro de Norberto Bobbio, que en Italia es un gran éxito. Juan Cruz, el editor de Alfaguara, se lamentaba de que no se hubiera podido realizar este año la proyectada calle de los libros -actuaciones de todo tipo para celebrar la fiesta del libro en una calle-; la editora Felicidad Orquín comentaba que quizá en el futuro no haya que esperar el apoyo oficial para organizar el festejo.
Se observó en la fiesta una tendencia ya registrada en recientes celebraciones del premio Cervantes en Palacio, y es una pérdida del protagonismo de los escritores en favor de círculos más amplios de la sociedad relacionados con las letras, como editores, periodistas, profesores y distribuidores. Miguel Delibes, la estrella de la jornada, se mantuvo discretamente en un rincón, rodeado de sus amigos y familiares entre los que destacaba alguna nieta de corta edad. Junto a otros académicos españoles, como Pedro Laín Entralgo, Gonzalo Torrente Ballester, Gregorio Salvador y Antonio Mingote, se encontraban no pocos de los académicos latinoamericanos que han acudido a la cumbre de las academias, y que, por cierto, se oponen a la eliminación de las letras ch y ll, o a su reclasificación, como matizaba el secretario perpetuo de la Española, Víctor García de la Concha.
Babelia
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