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No somos ni Romeo ni Julieta

Aunque Romeo y Julieta son personajes literarios y Shakespeare no podría explicar el gran amor de la pareja de Verona mediante los complejos mecanismos neurohormonales, el comportamiento amoroso y sexual obedece a toda una serie de reacciones endocrinológicas.El enamoramiento depende de unos misteriosos resortes que se sustentan en los circuitos cerebrales y en una intensa actividad hormonal. "Todavía conocemos poco de este fenómeno desde el punto de vista neuroendocrinológico, pero sí sabemos que está mediado por el cerebro y la hormonas que este órgano rige. ¿Por qué una persona se enamora de otra? Es difícil conocer la química que respalda este hecho y que obedece a multitud de factores subjetivos de la persona", reconoce el neuroendocrinólogo británico G. Michael Besser.

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La libido y el comportamiento sexual son, según el especialista de Londres, uno de los resortes que antes acusan la respuesta de estrés. En el individuo que se pone en marcha este mecanismo de adaptación la actividad sexual es un lujo, ya que mientras que el instinto de alimentarse garantiza la supervivencia del sujeto, el instinto sexual preserva la supervivencia de la especie.

"En la respuesta de estrés", cuenta Besser, "se ven mermadas las funciones que no garantizan la supervivencia del individuo como tal y no como especie. De ahí que la libido se altere sensiblemente y se inhiba el deseo sexual".

En palabras de este especialista, se ha observado cómo en situaciones de guerra, que generalmente provocan estrés, muchas mujeres dejan de ovular y de menstruar de forma que se evita la gestación.

También el hombre acusa el cambio con grandes reacciones hormonales y puede convertirse en un amante desastroso, sufriendo episodios transitorios de impotencia y esterilidad. Curiosamente, puede producirse la respuesta contraria a través de reacciones hormonales que potencian el deseo sexual.

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