Tres marcas de vino espumoso local se colocan en el mercado
Los bodegueros madrileños produjeron el pasado año 65.000 botellas
La variante castiza del champaña francés o el cava catalán ya ha conseguido colocar tres. marcas en las estanterías de los establecimientos especializados. La aventura que empezó hace cinco años en solitario Pablo Vela ha sido secundada por las bodegas Figueroa y Jesús Díaz. Entre los tres pusieron el pasado año 65.000 botellas en el mercado.El vino espumoso madrileño es un producto similar al cava, nombre, sin embargo, que tiene vetado. El ingreso en la Comunidad Europea marcó la necesidad de concretar las áreas de origen Desde 1986, la región del cava comprende 136 municipios de Cataluña, 23 de La Rioja y 2 de Aragón. Madrid no entra.
Los espumosos castizos tan sólo representan el 0,01% de la producción española. Sin embargo, los bodegueros madrileños miran el futuro de sus burbujas con optimismo. En Figueroa, Pablo Vela y Jesús Díaz consideran ya un gran logro el haberse introducido en el mundo de los espumosos.
Los responsables de las bodegas Vela consideran que el espumoso "es un negocio rentable, aunque sólo representa un 30% respecto a la facturación de la bodega". "Aunque todavía nos falta rodaje, este ano hemos embotellado unas 50.000 botellas". Pedro Luis Vela, enólogo de Bodegas Vela y responsable de que hace cinco años comenzaran a elaborar espumosos, sigue el método champenoise, pero a la vez le da a su vino un toque de la tierra y utiliza uva malvar, variedad característica de Madrid. Juan José Díaz, propietario de las Bodegas Jesús Díaz, pone en la etiqueta de sus espumosos el vocablo sekt, una palabra de origen alemán reconocida por la normativa española y comunitaria. Los compradores lo entienden y su espumoso se agota cada año. Junto a esta extravagante licencia lingüística, en Díaz siguen los formalismos: uvas macabeo y parellada, las que tradicionalmente se usan en Cataluña.
"En esto del cava nadie te cuenta nada; es más, te intentan confundir", explica Díaz. "Creo que hay mercado para todos, y yo no quiero competir con nadie [su producción no rebasa las 12.000 botellas], pero sí hacer un producto de calidad".
En Bodegas Figueroa van por la quinta generación de viticultores, y Francisco Figueroa, el actual patriarca de la firma, asegura que fueron sus hijos los que le incitaron a comenzar a elaborar espumosos. "Los jóvenes tienen buenas ideas y siempre miran hacia el futuro". Cuatro mil botellas han comercializado este año. "El espumoso es el niño mimado de todos nuestros vinos. Requiere muchos más cuidados", cuenta.
El espumoso Figueroa cuesta 550 pesetas; el Oriella, de Jesús Díaz, 500 pesetas, y el Requiebro, de Pablo Vela, 575 pesetas el brut y 700 el rosado.
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