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La cumbre europea exige a Estados Unidos que el cine quede fuera del GATT

El presidente de la Comisión logra un compromiso de financiación de su ambicioso plan de obras públicas

Lluís Bassets

El Consejo Europeo, compuesto por los jefes de Estado y de Gobierno de los Doce, pidió ayer "un trato excepcional y separado" para los medios de comunicación audiovisuales en la negociación de la Ronda Uruguay del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio). Esto supone una exigencia clara a Estados Unidos para que el cine, la gran manzana de la discordia, quede fuera del acuerdo. La declaración, tras un largo debate en el segundo y último día de la cumbre, defiíne de forma tajante la posición europea a cuatro días de la fecha límite para un compromiso multilateral en Ginebra y a dos de que la Unión Europea apruebe el documento de acuerdo con la mayor liberalización del comercio mundial de la historia.

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La cumbre ha intentado evitar que el GATT desviara la atención del tema central de la reunión, las nuevas formas de combatir el paro del presidente de la Comisión, Jacques Delors. Pero no ha sido así, y los Doce dedicaron toda la mañana de ayer a resolver los últimos flecos de la negociación con EE UU y a cerrar las cuentas interiores de la factura que habrá que pagar a los sectores más perjudicados, principalmente los cerealeros franceses, la agricultura mediterránea y el textil portugués.El debate sobre el GATT y la enérgica toma de posición en el conflicto sobre productos audiovisuales, no eclipsaron, sin embargo, el resultado satisfactorio alcanzado por la UE en su debate sobre el paro.

Delors logró el apoyo de los Doce a su ambicioso plan para crear 15 millones de empleos de aquí a final de siglo. Ahora mismo hay 17 millones de parados en la Unión.

Pasa a la página 3 Más información en las páginas 2 y 4 Editorial en la página 18

La cumbre de Bruselas se cierra con un éxito de Delors

Viene de la primera páginaJacques Delors, como autor del Libro Blanco sobre el Crecrimiento, la Competitividad y el Empleo, adoptado por los Doce, y Jean-Luc Dehaene y Willy Claes, primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Bélgica, como máximos responsables de la presidencia semestral del Consejo de la Unión Europea, que termina a fin de año, respiraban ayer con alivio. La satisfacción alcanzaba también al Gobierno británico que dio su bendición al Libro Blanco porque sigue las políticas de empleo que está aplicando el Reino Unido, como mayor flexibilidad, menos costes del trabajo, moderación salarial o privatizaciones.

Pero los principales beneficiarios del éxito son la Comisión y su presidente, Jacques Delors pues los Doce han aprobado su gigantesco plan de infraestructuras, su evaluación financiera (20.000 millones de ecus al año es decir, 3,1 billones de pesetas) e incluso la necesidad de buscar cada año los 8.000 millones que faltan a través de una emisión de obligaciones, sea de la Unión sea del BEI (Banco Europeo de Inversiones).

Una ampliación estancada

Los más decepcionados eran los cuatro países (Austria, Finlandia, Suecia y Noruega) que están llamando a la puerta de la Unión con dudas y a veces pretensiones excesivas. La cumbre ha abordado la acomodación de sus instituciones para abrir la mesa a nuevos socios, pero no ha dedicado ni una sola frase a impulsar las conversaciones de adhesión y a reiterar la fecha del 1 de marzo de 1994 para su terminación, como era habitual.

La primera cumbre de la recién nacida Unión Europea ha dedicado así sus mejores esfuerzos al empleo y ha puesto en pie todo un sistema de seguimientos y de mecanismos "de reflexión y de acción" para tensar la atención de los europeos en la tarea de crear puestos de trabajo. La mayor prudencia y pragmatismo han atemperado algunos entusiasmos visionarios de Delors y de la Comisión. El objetivo de crear 15 millones de puestos de trabajo para el año 2000, por ejemplo, ha quedado invertido. Ahora se trata de "volver a dar empleo a la mayoría de los 17 millones de parados con que cuenta hoy la Comunidad".

Pero Delors repitió ayer una frase típica suya, que ha quedado inscrita en la propia introducción del documento y es casi el frontispicio de esta cumbre: "Europa no puede resignarse a la decadencia". Este francés socialista y católico, esforzado y polémico, que pronto cumplirá 10 años al frente de la Comisión, ha ganado una batalla más, quizás decisiva para su futuro político, en uno de los momentos más difíciles de comunidad europea.

La cumbre ha sido, en palabras de Felipe González, "mucho más interesante de lo que podía imaginar". Todo esto gracias al Libro Blanco, según las opiniones recogidas de las más dispares delegaciones. La construcción europea en su sentido estricto, en cambio, ha quedado diluida estos dos días en la atmósfera de indecisión y de marasmo que sigue rodeando la toma de decisiones políticas.

Política exterior sin salida

Los Doce han acordado "utilizar plena e inmediatamente las nuevas posibilidades que ofrece el Tratado", ciertamente, pero los planes de acción en justicia e interior avanzan con muchas dificultades y las acciones comunes de la política exterior siguen dando vueltas sin remedio ni salida en tomo a la tragedia de la antigua Yugoslavia.

La cuestión hasta ahora central en el gran diseño de la construcción europea -la Unión Económica y Monetaria- ha ocupado un lugar más que secundario en los debates de la cumbre y también en la correspondiente declaración. Nadie ha seguido la idea del ministro de Economía belga, Philippe Maystadt, y del presidente de la Comisión, pidiendo un reforzamiento de los poderes del Instituto Monetario Europeo para compensar el fracaso de la primera fase de la UEM que termina este fin de año. Según Maystadt y Delors, el IME debiera asumir competencias de los países preparados para avanzar más rápidamente hacia la moneda única.

Más información en la página 51

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"Trato excepcional y separado"

"Quedan varios problemas por resolver para llegar a un acuerdo, en particular en la cuestión de los textiles, en la organización mundial de comercio y en la garantía en el campo de los audiovisuales, para el presente y para el futuro, de un trato excepcional y separado". Ésta es la frase que dedican las conclusiones de la Cumbre de Bruselas a la negociación de la Ronda Uruguay del GATT, que debe terminar el próximo miércoles. La mención a las negociaciones comerciales ocupó tres horas de ardua discusión, dedicada especialmente a la resolución de la factura interna del pacto agrícola. El Consejo Europeo se limita a recordar que las compensaciones que deban realizarse por los prejuicios ocasionados a los agricultores no pueden superar las previsiones financieras de la UE ni afectar a los compromisos y al buen funcionamiento de la nueva Política Agrícola Común.Francia y Alemania no pudieron colar una propuesta de declaración en la que se rechazaba explícitamente nuevas congelaciones de tierras de cultivo y se propugnaba evitar la bajada de los precios que ocasionan las revaluaciones en Alemania.

La declaración de la Cumbre sobre el GATT aporta, como mayor novedad, un rechazo de la fórmula de especificidad cultural para los audiovisuales, defendida por el comisario y negociador europeo, Leon Brittan, y que consiste en congelar las actuales ayudas y subvenciones a la industria cinematográfica europea. El "trato excepcional y separado" defendido por los jefes de Gobierno y de Estado de la UE significa que los audiovisuales quedan excluidos del GATT y pueden así seguir manteniendo una política de subvenciones y cuotas.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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