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Los Doce ajustan sus instituciones para acoger a cuatro nuevos socios

La proximidad de la ampliación de la Unión Europea (UE) sirvió a España para afianzar ligeramente su posición en las instituciones y acercarse un poco más al estatuto de país grande, un rango del que gozan Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. La cumbre de líderes europeos propuso ayer una serie de ajustes institucionales para poder acoger en 1995 a cuatro nuevos miembros (Austria, Suecia, Finlandia y Noruega), pero no logró pactar la cuestión más crucial: cuántos votos serán necesarios para impedir la toma de una decisión en el Consejo de Ministros de la UE.

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La diplomacia española vio ayer satisfecha su reivindicación de obtener, cuando se produzca la ampliación, un abogado general permanente ante el Tribunal de Justicia comunitario, del que ya disponen los cuatro pesos pesados de la UE. Así no entrará más en el turno de rotación con los pequeños Estados de la Unión.También se altera el turno alfabético de las presidencias de la UE a partir de 1996 para intentar que en cada troika (dirección tripartita) haya al menos un país grande. España ya no podrá ser precedida por Alemania ni antecederá a Francia, sino que le tocará en el 2002 entre Bélgica y Dinamarca.

La reforma institucional previa a la incorporación de nuevos miembros en la UE se ha quedado en un mero reajuste. Francia y algún otro gran país hubiesen deseado ir más lejos, pero, temerosos de perder influencia, los pequeños, encabezados por la presidencia belga, abortaron los proyectos más ambiciosos.

La cumbre europea ofrece a los aspirantes al ingreso disponer de una determinada representación en la Comisión Europea, el Parlamento Europeo, el Comité Económico y Social, el Comité de las Regiones y en el Tribunal de Justicia y también les otorga un número de votos en el Consejo de Ministros.

La negociación con los candidatos a la adhesión debería estar terminada antes del 1 de marzo y su incorporación se llevaría a cabo el 1 de enero de 1994.

Rechazo de Suecia

Suecia será, sin duda, el país que considere el ofrecimiento de la cumbre como más cicatero. Sólo le concede cuatro votos en el Consejo de Ministros, los mismos que a Austria, uno menos de los que exigía para equipararse con Bélgica, Holanda, Grecia y Portugal. Es probable que Estocolmo la rechace.

Incapaces de ponerse de acuerdo sobre la nueva minoría de bloqueo -el número -de votos necesarios para impedir la toma de una decisión- los líderes encargan a sus ministros de Exteriores que sigan trabajando sobre el asunto. Esa minoría es ahora de 23 votos sobre 76 y 10 Estados pretenden que, tras la ampliación, se eleve automáticamente a 27 sobre 90.

Temeroso de que los mediterráneos puedan ser fácilmente derrotados por sus socios septentrionales, González pidió que dos países grandes y uno pequeño puedan también bloquear la adopción de una iniciativa perjudicial para sus intereses, aunque no alcancen los 27 votos. El británico John Major comparte este punto de vista, pero los demás líderes estiman que aceptarlo equivaldría a dificultar la toma de decisiones.

La timidez del reajuste no allana el camino para un funcionamiento eficaz de las instituciones comunitarias si finalmente acogen a cuatro nuevos miembros. Al no tener, por ejemplo, la Comisión suficientes competencias, buena parte de las carteras de los 21 futuros comisarios carecerá de contenido. El número de lenguas de trabajo se ampliará además de 9 a 12 (sueco, noruego y finés), complicando la comunicación en reuniones y consejos e incrementando la labor de intérpretes y traductores.

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