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El miedo a padecer sida por sangre infectada colapsa los teléfonos oficiales en Alemania

Organizaciones y médicos critican al Gobierno por sembrar la alarma

La llamada del ministro de Sanidad alemán a que quienes hayan recibido transfusiones de sangre desde 1982 se sometan a la prueba del sida provocó ayer el colapso telefónico de todas las oficinas relacionadas con el tema. Las organizaciones especializadas, sin embargo, criticaron duramente al Gobierno, al que acusan de crear un pánico innecesario. La primera cadena de televisión desveló las primeras víctimas del escándalo de la sangre contaminada procedente de la empresa UB-Plasma Labor de Coblenza, que, aseguró, han presentado ya una querella criminal contra el Gobierno.

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En el land de Baden-Württemberg, según indicó el portavoz del ministerio de Sanidad, "el teléfono no para de sonar, recibimos al menos 50 llamadas cada hora". En la Baja Sajonia, donde primero se aconsejó someterse a la prueba, miles de llamadas colapsaron las centralitas de los centros de asistencia, las consultas de los médicos y los hospitales.Las dimensiones del fenómeno de pánico creado por el escándalo de la sangre contaminada son difíciles de calcular, ya que, al margen de los centros de asistencia públicos, una gran parte de los posibles afectados se dirigieron a sus médicos de cabecera. Como dijo ayer un cirujano de Colonia especialista en cardiología, "necesitaremos semanas para encargarnos de todo?.

Tras la promesa del ministro federal de Sanidad, Horst Seehofer, de que el estado correría con los gastos de las pruebas -aunque, en primer término deberían pagarlas las aseguradoras públicas y privadas-, responsables de este sector indicaron ayer que calculan en dos millones el número de personas que deberían someterse a la prueba. Las cifras varían, y nadie sabe a ciencia cierta cuántas transfusiones se han realizado en los últimos 10 años, ni tampoco consta en los archivos la procedencia del plasma, lo que descartaría a todos aquellos que no recibieron sangre de UB-Plasma Labor. El Estado de Baja Sajonia habla de 1,2 millones, de los 16 que componen su población. El sensacionalista Bild llegó más lejos, al indicar en primera página que son 15 millones los afectados.

Televisión

El programa de televisión Panorama, de la primera cadena de televisión ARD, aseguró ayer que han surgido ya los primeros dos casos relacionados con el escándalo; una persona que padece actualmente la enfermedad y un padre que perdió a dos de sus hijos a causa del sida. Ambos, indicaba la emisión, han acudido ya a los tribunales para exigir que se juzgue a los dos anteriores ministros de Sanidad por negligencia, al no impedir que sangre contaminada entrara en el mercado: se trata de la hoy presidenta del Bundestag, Rita Süsmuth, y del miembro de la presidencia democristiana Reiner Geissler.

En medio del pánico y sacando la cabeza de una situación que parece rozar lo apocalíptico, la mayoría de las organizaciones de ayuda a los afectados por el sida hicieron ayer desesperados intentos para recobrar la calma. Joergen Vetter, de la oficina de ayuda de Berlin, reconoció que podía ser importante "saber lo que hay". Pero añadió que es aún más importante analizar la situación psíquica y social de cada uno de los afectados en conversaciones privadas. "Antes de acudir a hacerse la prueba", dijo, "hay que pensar muy bien en las consecuencias posibles". Basándose en su experiencia con enfermos, indicó que conocer un resultado "positivo" puede originar "grandes conflictos, que unos superan y con los que otros se desesperan".

El grupo antisida de Hesse criticó lo que definió de Ilamada inflaccionaria". Su director, Georg Habs, calificó de "escandalosa" la manera de jugar con los miedos y las preocupaciones de los pacientes. "Las pruebas del sida", dijo, "no son productos desechables ni tranquilizantes ligeros para pacientes preocupados".

En Alemania la mayoría de las donaciones no son retribuidas, sólo las que se efectúan en las clínicas universitarias se pagan a 50 marcos (4.000 pesetas). La directora del Colegio de Médicos de Berlin, Ellis Hueber, ha pedido que acabe esta práctica, y que no se busquen beneficios económicos con la sangre "porque la tentación de defraudar es demasiado grande". Según el Westfalische Rundschau, el negocio de la sangre mueve 5.000 millones de marcos al año, y cada litro de sangre aporta unas ganacias de unos 3.000 marcos (240.000 pesetas) a las empresas, farmacéuticas. El tratamiento de la sangre para eliminar el virus puede reducir estas ganancias en un 201/o.

La crítica se dirige ahora a las autoridades sanitarias que permitieron que la empresa de Coblenza se saltara a la torera todas las reglas sobre pruebas del plasma, mezclando diferentes procedencias e, incluso, según una testigo, distribuyendo productos que sabían contaminados. La ya desaparecida Oficina Federal de Sanidad, el ministerio de Sanidad, la industria farmacéutica y hasta la Cruz Roja están empezando a ser criticados. La sociedad alemana espera que empiecen a desvelarse los fallos de control, lo cual quizá ocurra pronto.

Hasta el momento hay cuatro detenidos, todos altos cargos de dicha empresa.

[El Pentágono pidió ayer a su personal que haya sido tratado en hospitales alemanes que se haga la prueba del sida, informa Afp].

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