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COMIENZA LA ERA DE LA SUPERCOMUNICACIÓN

El mundo en la pantalla

Bell Atlantic y TCI firman la mayor fusión de la historia para dar servicios integrados de voz, datos e imágenes

Antonio Caño

La distancia entre Cádiz y Barcelona no impide que Juan y María pasen juntos esta noche. Ambos han programado las computadoras adaptadas a sus televisores para poder ver la sonrisa del otro y compartir la intimidad de su cuarto, pese a los 1.200 kilómetros que los separan. Juan puede, comprar al instante el anillo de diamantes que María siempre había esperado y elegir el vino apropiado entre los diferentes menús que la pantalla pone a su alcance. Después de la cena, Juan y María van a visitar, a través de la fibra óptica, a sus amigos en Madrid y, todos juntos, sin salir de sus casas, van a disfrutar de la misma película de moda. Si la ocasión se presta, Juan y María podrán tener incluso relaciones sexuales esta noche.

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Sí, es una escena ficticia. Pero sólo por el momento. El veloz desarrollo de la tecnología -que combina la utilidad de la televisión, las computadores y el teléfono- hará posible que esa historia sea realidad en muy pocos años más. En Estados Unidos, tras la reciente e histórica fusión entre dos monstruos de la comunicación -las compañías Bell Atlantic y Telecomunications Inc-, la televisión del futuro -la denominada "autopista de la comunicación"- puede estar al alcance del consumidor antes de comienzos del próximo siglo.

Vida cotidiana

La nueva tecnología de comunicación no sólo va a impulsar el desarrollo y a favorecer el dinamismo de los negocios, sino que va a suponer una revolución en la vida cotidiana de cada uno de nosotros. No es ficción científica. Es realidad. Cualquier cosa que su mente sea capaz de imaginar como resultado de unir su teléfono, su televisor de cable de 500 canales y su ordenador estarán a su alcance. Cualquier cosa.

Usted podrá recibir un diagnóstico médico y el adecuado tratamiento sin moverse de la cama, seleccionar el enfoque de cámara que desee en un acontecimiento deportivo, participar en un debate político, recorrer sin salir de casa todas las plantas de El Corte Inglés y elegir el producto que desee. Podrá comunicarse con un videoclub y escuchar la música que elija en su tienda de discos.

Será posible leer los periódicos del día, reservar un billete de avión, una habitación de hotel o una mesa en un restaurante. Podrá participar desde casa en La ruleta de la fortuna, conocer las ofertas de pisos y recorrer con la cámara el que usted desee ver, o acceder a la biblioteca del Congreso de Estados Unidos, cursar estudios universitarios, seguir el comportamiento de su hijo en la escuela o visitar a un pariente enfermo en la otra esquina del mundo. Todo estará en su mano y en la mano de los Gobiernos, que podrán explicarse directamente ante el ciudadano, y en la mano de los militares, que podrán impartir órdenes y planificar sus batallas en contacto visual con el frente. El Pentágono ya cuenta con un programa de investigación que es pionero en ese terreno.

"La fusión de TCI y Bell permite la creación, por primera vez, de una verdadera industria de la telecomunicación. Hasta ahora, esa industria actuaba por separado. Esto supone un cambio completo en la vida de las personas", afirma James Gattuso, de la organización Citizens for a Sound Economy (un grupo que controla los efectos de la economía en los ciudadanos). "Las nuevas comunicaciones" añade, "harán a la gente más independiente. Crecerá la iniciativa individual. La gente tendrá muchas más oportunidades de crear su propio negocio y dispondrá de más tiempo para sí misma. TCI y Bell están diseñando un modelo de comunicación para que cada persona cree su propio mundo particular".

El acuerdo entre esas dos grandes compañías, anunciado la pasada semana, es una operación que supera los 30.000 millones de dólares (casi 400.000 millones de pesetas), que constituye la mayor fusión de la historia entre empresas de ese sector y. que sacudió al mismo tiempo Wall Street y el negocio de la comunicación en el mundo entero. Antes de TCI y Bell, que son el número uno en estos momentos, habían unido sus fuerzas Time Warner y US West, y ATT y McCaw Cellular.

Sylicon Valley

Otras fusiones se anuncian para el futuro en Estados Unidos (Robert Murdoch ha prometido noticias al respecto), mientras que Japón y otros países asiáticos desarrollan sus propios sistemas para competir en las nuevas autopistas de comunicación. "Silicon Valley está acosado. Las empresas de cable y teléfono se están uniendo con los productores de computadoras para desarrollar el hardware (soporte físico) y software (soporte lógico) de la comunicación interactiva", afirma el semanario The Economist. La revista Newsweek describe: "Es como el negocio del petróleo en el siglo XIX. Nadie sabe cómo hay que refinar o distribuir, pero todos los tipos inteligentes gastaron su dinero en comprar los derechos geológicos". Europa está más atrasada en este terreno por la falta de homogeneidad en sus sistemas de telecomunicaciones. TCI y Bell pretenden consolidar su imperio con la compra de la empresa Paramount, lo que les permitiría ampliar su oferta de ocio.

¿Serán muy caros esos inventos? ¿Fáciles de manejar? ¿Son necesarios?. "El verdadero beneficio de estos sistemas ultramodernos será, sobre todo, para las grandes empresas, que podrán sacar dinero de nuevos negocios y ampliar los actuales" dice Robert Crandall, economista de la Brooking Institution.

Algunos expertos advierten que el desarrollo de tecnologías milagrosas como ésas significa también nuevos productos. Por ejemplo, aquel que esté interesado en el médico televisivo en directo tendrá que pagar su participación en ese nuevo seguro de salud. El que quiera visitar El Prado desde su pantalla tendrá que pagar por hacerlo. Y el que desee intervenir desde su televisor en una sesión de las Cortes estará también obligado a pagar por ello. Sólo el teleshopping (telecompra) tendría un precio similar al de la tienda donde se compra en la actualidad.

"Teniendo en cuenta los servicios de los que el consumidor disfruta hoy, ¿está justificado pagar grandes cantidades de dinero por lo que la tecnología nos ofrece para mañana?", plantea el profesor Gerald Faulhaber, un

El mundo en la pantalla

experto en comercio, de la Universidad de PennsyIvania. Faulhaber pone en duda también la contribución de estos sistemas de telecomunicación al desarrollo humano de la persona, y se pregunta quién va a tener interés en visitar a un hermano a través de la televisión o hacer el amor por medio del cable.La respuesta a estas dudas es todavía incierta. Cuando Alexander Graham Bell descubrió el teléfono en 1876, la sociedad se preguntó también por la utilidad del invento, e incluso fue considerado como una intolerable intromisión en la vida privada de los individuos. En aquel caso, como en tantos otros, fue el comportamiento de la persona el que se adaptó al invento, no al revés. Por muy absurdo que suene hoy, también puede ocurrir así con la televisión inteligente. Por acudir al extremo de sus posibilidades, muchas personas que ahora pagan por el amor o consumen películas pornográficas, pueden estar interesadas en un sexo sin contacto pero con la posibilidad de disfrutar en directo los movimientos de la pareja. En los tiempos del sida, la prostitución televisiva puede ser buen negocio.

La utilidad inmediata de las nuevas tecnologías parece más aplicable al mundo de la ciencia y los negocios. La participación televisiva, por ejemplo, de un cirujano afamado en una operación que se realiza en La Paz puede ser de gran utilidad. La celebración de consejos de administración de empresas sin que cada ejecutivo tenga que desplazarse o el nuevo horizonte que se les presenta a personas con taras física son dos de las cosas en las que las autopistas de comunicación pueden tener efectos claramente positivos.

Uno de los problemas más graves que pueden generar los nuevos sistemas es el de decidir quién tendrá control sobre ellos. ¿Podrán dejar los Gobiernos en manos privadas la administración de tecnologías que influyentan directamente en el comporta mientó de los individuos? En Estados Unidos, algunos congresistas han sugerido que sería necesaria una legislación precisa sobre, las fusiones presentes y futuras entre compañías telefónicas, de ordenadores y de cable televisivo. Varias asociaciones norteamricanas de consumidores es tán pidiendo también que se regule el derecho a la intimidad del ciudadano frente a esos monstruos de comunicación con me dios para entrar en su alcoba. Piense que, cuando esta tecnología esté en funcionamiento, no sólo pasará revista desde su tele visor ante la oficina de desempleo, sino que las ofertas de trabaj, si las hay, las encontrará apretando un botón que dirá, eso sí, power (poder).

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