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El regreso triunfal de la banda

Ángel S. Harguindey

Si existe una posibilidad de comprobar visualmente lo que tantos teóricos explicaron durante tanto tiempo sobre las vanguardias y las academias artísticas, o más específicamente, sobre el deseo que toda vanguardia atesora por convertirse en la nueva academia esa es, sin duda, el homenaje que el Festival de San Sebastián rinde hoy, jueves, a Pedro Almodóvar y a su gente.Trece años atrás, en septiembre de 1980, llegaba a la ciudad una pequeña troupe divertida y disparatada encabezada por el realizador. Entonces era funcionario de la Telefónica, cineasta aficionado, próximo al teatro off-off y absolutamente decidido a sorprender a todo el mundo.

Presentaba en una sección paralela Pepi, Lucy, Boom y otras chicas del montón, una película realizada a trancas y barrancas en 16 mm, con colas y sobrantes de diversos rodajes de televisión y en la que se incluye una secuencia que, como el mismo realizador recordó en varias ocasiones, se convirtió en la más larga de la historia del cine (desde el plano en que Félix Rotaeta entraba en un salón kitsch hasta el contraplano en que se sentaba en el sofá pasaron doce meses. Desventajas de las cooperativas y demostración de la tenacidad de Almodóvar).

Pedro, como un George Cukor del underground, llegó arropado de un selecto ramillete de chicas: Carmen Maura, Concha Gregory, Alaska, Eva Siva, Kitti Manver.... Era joven e inexperto pero tenía ya una excelente intuición, un evidente gusto literario, una sólida formación en comics y fotonovelas y una capacidad de mirar infrecuentes, lo que le permitía, por ejemplo, parafrasear al maestro Ordóñez: "A las mujeres como a los toros no se las domina, se las acompaña".

Desde entonces fue escrupulosamente riel a la frase y al concepto del mundo que encierra. Pocos realizadores, guionistas e incluso cantantes han acompañado más y mejor a las damas: psicoanalistas, monjas de clausura, putones, junkies, amas, de casa, transexuales, sádicas, enloquecidas, periodistas, amantes... por sus películas han desfilado todo tipo de mujeres y todas han demostrado una capacidad de entrega, un apasionamiento tan auténtico como envidiable. Hace falta mucha observación, mucho talento y mucho asfalto para captar tanto matiz.

La ciudad y sus gentes quedaron arrebatados por aquel espectáculo humano de color y sonido. Eran la vanguardia cinematográfica, o parte de ella, y venían dispuestos a ponerse el mundo por montera. Por allí estaba también el difunto Ocaña, la deslumbrante y potente Orquesta Mondragón con Javier Gurruchaga, Popocho y Jaime Stinus, Vicente Amestoy, Iván Zulueta... recorriendo todos incansablemente los metros que separan el María Cristina del Guría y el Guría del María Cristina, con esa monótona constancia que casi permite detener el paso del tiempo. Las noches eran otra cosa y la troupe se desparramaba por los locales más intensos de la ciudad. El nuevo rey Midas

Trece años después buena parte de aquella banda retorna a la ciudad, capitaneada por un Pedro Almodóvar absolutamente profesional, anhelado por las multinacionales de la distribución, rodeado, sin duda, de una nube de fotógrafos y cámaras, instalado en definitiva en la cresta de la ola. Es el nuevo rey Midas del cine español.

Un espléndido cuento de la lechera al que sólo la lucidez del protagonista permite admitir su verosimilitud: "Hay algo más importante que estar en Hollywood o en la Telefónica y es que, estés donde estés, hay que estar de un modo natural. Sin quejarte ni añorar nada, sin felicitarte, sabiendo por qué estás en cada sitio". Nadie es capaz de imaginar lo que puede llegar a ser el próximo homenaje, en septiembre del 2.006. Galáctico.

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