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John Malkovich: "América está llena de asesinos"

El actor presenta 'En la línea de fuego', película en la que interpreta a un criminal

Andrés Fernández Rubio

En su última película, En la línea de fuego, John Malkovich interpreta a un demente obsesionado con matar al presidente de Esta dos Unidos. "América está llena de asesinos en serie", dice el actor, que a sus 39 años acaba de recibir un homenaje en el Festival de cine americano de Deauville (Francia) y que ha viajado al festival de San Sebastián para presentar el filme, dirigido por Wolfgang Petersen. Malkovich, que realiza un soberbio dúo interpretativo con Clint Eastwood, considera que las películas de asesinos fascinan a los burgueses porque agitan su pulsión reprimida hacia el mal.

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Fuera del molde

La película, con la que el sábado se clausurará el certamen donostiarra, ha sido un enorme éxito de taquilla y la actuación de Malkovich ha recibido el aplauso unánime. Supone un giro comercial en la carrera del actor, un hombre del teatro, con varias películas basadas en dramas escénicos y una aureola intelectual que, junto a su extraño y ambiguo físico, caracterizan a uno de los más originales actores americanos.Su seguridad en sí mismo, probablemente una pose, se manifiesta desde el principio, cuando responde sobre si al interpretar a un criminal le dio algún tratamiento distinto a la actuación. "Para mí no hay nada realmente específico a la hora de preparar un personaje", dice, "porque yo no los preparo mucho, quizá debería prepararlos más. Pienso que cada cosa tiene su tiempo y sus complicaciones. Yo no hice nada para componer este personaje, simplemente leer el guión".

Malkovich concedió entrevistas en Deauville hace dos semanas y se presentó sobriamente vestido con un traje negro, con camisa blanca y una elegancia bastante delgada que contrasta con el físico intencionadamente grotesco con el que aparece en la película. El actor crea a un ex miembro de la CIA paranoico que decide matar al presidente de Estados Unidos. Su personaje se mide con el de Clint Eastwood, atormentado miembro del servicio secreto que no pudo echarse sobre Kennedy y evitar que la bala lo matase. Frente a la envolvente austeridad de Eastwood surge el barroquismo de Malkovich.

El actor toma una copa y juega con ella entre silencio y silencio. Parece que se lo piensa, pero en realidad está actuando. Dice muchas veces "Eh...", se queda en blanco, mueve la copa llena de agua y contesta. No se cae ni una gota en toda la conversación.

"No creo que se pueda ser americano sin saber lo que es un asesino en serie", comenta Malkovich sobre su aproximación al personaje. "El país está lleno de ellos. Pero pienso que la cuestión no es tanto lo que es un asesino en serie, ya que cualquiera puede leer sobre ello y enterarse, sino lo que uno puede pretender que sea un asesino en serie". Y añade que su criminal no tiene nada que ver con Hannibal Lecter, interpretado por Anthony Hopkins: "No es posible relacionarlo. Sobre todo porque Lecter sigue vivo".Terror y atracción

La fascinación que produce este tipo de criminales tiene explicación, según Malkovich. "Es muy simple", dice, "creo que a la gente le gustaría hacer cosas terribles. Están aburguesados y desde esa condición les aterroriza la idea de hacer algo terrible. Aunque les gustaría. Desesperadamente. Por otra parte, también están aterrorizados con la idea de que les pueda ocurrir algo a ellos, así es que las dos vías confluyen".

Malkovich insiste en que los papeles no le son difíciles de preparar, en general. Otra cosa es el teatro, donde se presentan problemas como que un personaje pueda ser emocionalmente agotador. "Actué hace unos años en Broadway en Muerte de un viajante y acabé exhausto, no porque yo, sea algo parecido a un actor de método sino porqué tienes que alcanzar un cúmulo de emociones cada noche que llega un momento en que te quedas seco. Pero con el personaje de En la línea de fuego eso no me ha pasado".

Malkovich, que ha aparecido en más de 50 montajes de la compañía teatral Steppenwolf de Chicago, piensa que el tratamiento cinematográfico es radicalmente distinto al teatral. "Cuando ruedo una película tengo que estar pendiente de los aspectos del lenguaje cinematográfico", dice, "porque no se trata de lo que haces sino de cómo te comunicas con la cámara. Hay gente que dice que la cámara no le importa y eso me parece de locos. A mí es lo único que me interesa al hacer películas, los aspectos técnicos, porque los componentes espirituales o emocionales haciendo una película no existen. No es como en el teatro".No juzgar

Como actor, John Malkovich sólo tiene una prioridad, no juzgar a los personajes que interpreto ni hacerles trampas "sino imbuirlos de toda la locura, o la compulsión o la riqueza que me sea posible". "Para mí es una cuestión de interpretación respetar su manera de ver el mundo", añade, "y mi prioridad es hacer que su visión sea tan completa y honesta como me sea posible".

En el homenaje que le dedicaron en Deauville se programaron cuatro películas suyas basadas en obras o adaptaciones para el teatro: Las amistades peligrosas, El zoo de cristal, De ratones y hombres o Muerte de un viajante. "Esto no significa nada en mi carrera", dice, "excepto que hay que acudir adonde no llega la clase de escritura estúpida que se hace. La mayor parte de las propuestas que recibo están tan mal redactadas que me es muy difícil encontrar algo que hacer".

El actor piensa que actualmente el nivel de escritura de guiones es aun mejor que el de hace años. "Aunque no creo que haya una tremenda creatividad", advierte. "Pese a todo, hay buenos guiones. Pero no se filman. Los mejores guiones que he leído en los últimos dos años no se han hecho, quizá se hagan, pero no hasta el momento".

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