'The future' es nuestro
La literatura hispana en inglés sale del gueto y crea su propia industria cultural
"Mira hermano: the future es nuestro". El hermano era Eduardo Lago, profesor español en Nueva York, y quien se lo dijo, uno de los muchos nuevos escritores de origen hispano que escriben en inglés, en Estados Unidos, en un fenómeno mucho más vasto de lo que se ha descrito hasta ahora en España, y que comienza a merecer la atención de las universidades norteamericanas y la industria cultural: bibliografías, editoriales, jergas, subespecies (chicanos, cubanos, puertorriqueños ... ), y una gran movilidad. Ciertos éxitos de venta y un par de cátedras dedicadas al fenómeno permiten suponer que en breve oiremos hablar mucho de ello.El movimiento ya tiene sus mitos -el de Aztlán, que hablaba a los aztecas de las tierras paradisiacas del norte-, y sus héroes: como José Antonio Villarreal, que decidió no ser un pocho (chicano que acepta su aculturización) y regresó a México DF, u Oscar Zeta Acosta, el autor de La revuelta del pueblo de las cucarachas, novela centrada en las luchas de los espaldas mojadas mexicanos en la California de los años sesenta, y que, al igual que el norteamericano Ambrose Bierce (Gringo viejo), pero al revés, desapareció al otro lado de la frontera del río Grande.
El movimiento también tiene lenguaje, y es probable que eso sea lo que tiene principalmente: la mayor parte de estos escritores de apellido español no saben hablar esta lengua pero su inglés está trufado de palabras, estructuras, ritmos y sonoridades hispanas, hasta el punto de que ya caben subdivisiones: pues no es lo mismo el californio que el pachuco, o que la poesía llamada alurista explica el español Eduardo Lago, que a partir de este año impartirá una asignatura dedicada exclusivamente al fenómeno en una de las pequeñas universidades más prestigiosas de la Costa Oeste. El escritor Ed Vega, por ejemplo (padrastro de la cantante Suzanne Vega), autor de Casualty report, firma con ese nombre cuando escribe en inglés, y como Edgardo Vega Yunque cuando lo hace en español; también experimenta en spanglish.
'Bendíceme, América'
El fenómeno ya no es, como hasta ahora, uno de los múltiples exotismos minoritarios de la cultura norteamericana. Bless me última, de Rudolf Anaya, el mejor autor de la narrativa chicana según opinión de Lago, ha vendido 300.000 ejemplares. (Una variante de su novela, Bless me, America (Bendíceme, América) fue el lema del primer simposio sobre el movimiento, en 1991). Otros autores chicanos destacados son Sandra Cisneros (traducida en España por Ediciones B), Alma Villanueva (finalista del National Book Award), la cuentista Gloria Alzandúa, Denise Chávez o la poeta Lorna Dee Cervantes.Los newyoricans, o puertorriqueños de Nueva York, disponen de revistas y centros de reunión, y cuentan ya con peso político. Entre los newyoricans destacan Jesús Colón, o Piri Thomas, ex adicto a la heroína, que, con Down these mean streets (Por estas calles perversas), dibujó la dureza de los barrios puertorriqueños; ahora es funcionario de la policía. A juicio de Lago, el mejor de los puertorriqueños es Abraham Rodríguez Junior, que con una colección de cuentos, Tales from the south Bronx, ha demostrado, a sus 25 años, un gran lirismo, fuerza y dominio del idioma.
Family instalments (Plazos familiares), de Edward Rivera, proporciona la clave de otro común denominador entre estos escritores: su relativa aculturización no ha terminado con la importancia tradicional de la familia. Y en cierto modo, de la religión entendida de forma muy amplia.
A diferencia de los escritores de origen mexicano o puertorriqueño cuyos padres y abuelos eran pobres, los cubanos disponen de padres y abuelos ricos -huyeron de Castro-, y eso se nota. Según Lago, se observa en el lenguaje, que es mucho más rico. El más conocido de ellos es Óscar Hijuelos, ampliamente traducido al español. Su novela Los reyes del mambo tocan canciones de amor ha sido también éxito de ventas en España. Otro caso de escritor hispano en inglés es el de Elena Castedo, que abandonó España a edad muy temprana, vivió en Chile y llegó a Estados Unidos siendo una jovencita. Su novela El paraiso, escrita en inglés, fue finalista del prestigioso premio National Book Award en 1990. Al año siguiente fue traducida al español.
Reconocidos
Durante muchos años, la escritura hispana en inglés se mantuvo en el gueto. En 1986, el Pen Club (Club de los Escritores) de Estados Unidos les invitó formalmente a su 480 congreso en Manhattan. A la sesión en que participaban asistieron sólo 10 personas, pero el director de la delegación, Nick Cabellos, el heroico director de la editorial Arte Público Press, mostró gran satisfacción: el hecho demostraba que eran reconocidos por el establishment cultural norteamericano.1990 fue, sin duda, el annus mirábilis, con el Premio Pulitzer a Oscar Hijuelos, por su novela Los reyes del mambo tocan canciones de amor, y el Premio del Libro de los Estados del Oeste para el chicano Aristeo Brito. Elena Castedo fue finalista del Book Award. Luego se han sucedido los éxitos de Virgil Suárez, Latin jazz, y la antología Iguana dreams, además de Soñar en cubano, de Cristina García (Espasa Calpe), uno de los pocos publicados en España. La cultura hispana en Estados Unidos ya ha engendrado movimientos culturales de importancia, como la salsa, la música tex-mex, el jazz latino... Toda una mezcla aprejuiciada de lo español, lo negro, lo indio y lo yanqui. En 1986, Octavio Paz decía que los hispanos de América contaban con muchas manifestaciones culturales propias, pero aún les faltaba la literatura. Es posible que esto ya no sea cierto.
Babelia
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