Un fósil con vida
El ferreret, un sapo de Mallorca que constituye_ una_joya de la evolución
Cuando se desecó el Mediterráneo, hace ahora cinco millones y medio de años, los ancestros del sapillo balear -cuya denominación científica es Alytes muletensis y ferreret en la lengua de las islas- viajaron desde el continente a las Baleares, atravesando los grandes desiertos salinos.Medio millón de años más tarde el océano abrió el estrecho de Gibraltar y los oasis del archipiélago quedaron separados definitivamente de la península y sus especies animales, entre ellas los abuelos del sapillo balear (anfibio endémico en las Baleares) iniciaron una evolución diferencial. El pequeño sapo -mide 3,5 centímetros- configuró unas características singulares y distintas a las de las restantes especies de su género y se salvó en los refugios escarpados de las torrenteras de la depredación de los animales que el hombre introdujo desde su llegada a las islas, hace más de 5.000 años.
Minúsculo vertebrado
Este minúsculo vertebrado no figuró en la historia de la ciencia hasta hace poco más de una década, cuando fue descubierto en varios cauces de torrentes del norte de la isla de Mallorca, tras ser reconocido primero como fósil en un yacimiento paleontológico. Era la primera nueva especie de anfibios documentada en Europa en un siglo.
Uno de los descubridores, el investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Josep Antoni Alcover, relata la significación del caso: "El hallazgo fue espectacular, como si encontráramos un elefante enano extinguido, de los que vivían hace 8.000 años en las islas mediterráneas".
El ferreret es un vestigio de la Mallorca prehumana, una joya biológica emblemática, que ha sido reproducida en el Zoológico de Barcelona, en la isla de Jersey (Reino Unido) y en Stuttgart (República Federal Alemana). Para evitar su desaparición, las autoridades de Baleares crearán una reserva, cuya ubicación es secreta. Actualmente existen poco más de 1.000 ejemplares que ocupan un territorio de 10 hectáreas en ocho núcleos diferentes. En la pasada primavera se realizó la primera suelta en Mallorca de ejemplares nacidos en el Zoo de Barcelona.
El naturalista Joan Mayol señala que "es el anfibio más escaso de Europa, un endemismo espectacular que tiene una biología sumamente interesante y representa un caso extraordinario de adaptación a las condiciones insulares de vida".
El sapillo balear habitaba en toda la geografía balear como atestiguan los hallazgos fósiles dispersos. Sobrevivió en las toyas de torrentes, al quedar a salvo de los depredadores introducidos por las diferentes colonizaciones antiguas: las comadrejas que los romanos trajeron ara frenar la población de conejos y las serpientes, a las que concedían una condición divina.
Los grupos supervivientes del batracio mallorquín del cuaternario se mantuvieron, como un gran trepador que es, en las grietas cercanas a las escasas balsas de agua, en los acantilados.
Josep Antoni Alcover fue con Joan Mayol y otros pioneros ecologistas de Mallorca, uno de los primeros científicos que estudió y catalogó en 1980 al sapillo balear, después que Alcover y Borja Sanchiz describieran en 1977 sus huesos fósiles como pertenecientes a una especie nueva del género de sapo partero continental. Alcover asegura: "Existe unanimidad sobre la conservación de la biodiversidad y del patrimonio natural y parece evidente el interés en preservar una especie en peligro de extinción".
Para evitar la excesiva presión científica, la llamada ansia académica, los coleccionistas sin escrúpulos o los investigadores incautos, el sapillo balear ha sido objeto de exahustivos y rápidos estudios. El Consejo de Europa envió a Mallorca expertos para evaluar al anfibio con la situación poblacional más precaria del continente. Hacía más de 80 años que la batracofauna europea no había sido incrementada con una nueva especie.
"El ferreret es un compañero de viaje en este planeta", afirma Alcover, quien advierte del serio peligro de su desaparición: "No tiene futuro y es trágico". Coetáneos del ferreret en estas y otras islas mediterráneas fueron otros animales singulares extinguidos como el goral (cabra-antílope myotragus), elefantes, hipopótamos y ciervos enanos, ratas gigantes y águilas de gran envergadura, todo ellos endémicos de las islas. La ausencia de depredadores y la configuración del hábitat permitió una evolución del sapo mallorquín que al contrario de los sapos parteros continentales, no es una especie de costumbres excavadoras, sino trepadora.
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