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Manuel Perucho arremete contra los intereses y manipulaciones del mundo científico

Al español le costó un año publicar su investigación sobre un gen mutante canceroso

Manuel Perucho, científico español forjado como investigador en San Diego (California), ha emprendido una batalla personal contra una "comunidad científica tan conservadora" que ha tardado un año en reconocer su descubrimiento de un avance espectacular sobre el cáncer de colon: la e3dstencia de un "gen mutador". Es, una vez más, la historia del pez grande y el chico. Sólo que, esta vez, la batalla se libra en los asépticos laboratorios de los principales centros de investigación de EE UU y en la redacción de las más prestigiosas revistas científicas: Nature y Science.

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El pez grande se llama Bert Vogelstein, miembro de la Real Academia de Ciencias de Estados Unidos y editor de Science. El pequeño es Perucho, nacido en La Roda (Albacete) hace 45 años. Es también una historia similar a las del lejano oeste, plasmada en los llamados cazadores de genes, réplica moderna de los despiadados cazadores de recompensas. La recompensa es aquí el Premio Nobel."Me han faltado al respeto. Eso es lo que ha pasado: me han faltado al respeto", repite Manuel Perucho una y otra vez, en una breve estancia en Madrid tras visitar a John Maddox, editor de Nature, en Londres, para pedirle una explicación. El desasosiego que le ha causado la tardanza de la más prestigiosa de las publicaciones científicas en recoger su descubrimiento le ha llevado a plantearse incluso su retirada de la ciencia. De hecho, Miguel Ángel Peinado, colaborador suyo y autor de la idea que ha desembocado en el hallazgo del "gen mutador", ha regresado a Barcelona decepcionado por la "obstaculización del progreso científico que ha habido". "Si se, hubiese publicado a finales de 1992, ya se habría avanzado más", afirma Perucho.

Su desasosiego ahora es explicar por qué se ha tardado tanto en conocer su trabajo. "La gente piensa que debo ser tonto para tardar un año en publicarlo, pero lo cierto es que hay una gran resistencia por parte de la comunidad científica a aceptar algo nuevo. Hasta ahora, la importancia de los oncogenes se sustentaba en la teoría de que las células cancerosas tenían muy pocas mutaciones", explica Perucho. Su descubrimiento, sin embargo, apunta en sentido contrario: aproximadamente el 13% de todos los cánceres de colon halla su razón última en miles de mutaciones acumuladas a lo largo de todo el genoma.

Barbaridades anónimas

"Curios amente", continúa, "hace 20 años se apuntó una teoría según la cual el mecanismo genético del cáncer podía deberse a errores espontáneos durante la replicación del mensaje genético, tal y como hemos comprobado ahora".

"El descubrimiento no anula la hipótesis admitida hasta ahora. Al contrario, la complementa: se acumulan mutaciones porque hay un gen mutador. Es decir, una mutación mutadora. Esto es lo que no entendían los investigadores a los que Nature pidió una evaluación de mi artículo", enfatiza Perucho.

A esa resistencia frente a lo nuevo se añade, según el investigador español, que la evaluación de los artículos científicos está viciada en origen: "Se basa en un sistema de juicios anónimos con el que hay que acabar"" dice. "Esto lleva a una serie de injusticias, de abusos del sistema. Como los expertos a los que se piden las referencias se sienten respaldados por el anonimato se pueden permitir decir barbaridades sin tener que rendir cuentas".

Este sistema nutre los casos de fraude científico como el de Gallo y Montagnier sobre el descubrimiento del virus del sida. "A veces, los árbitros hacen fotocopias del artículo distribuyéndolo en su laboratorio antes de que se publique. ¿Cómo es posible esto?", se interroga Perucho.

'Cazadores de genes'

Bert Vogelstein, de la Universidad John Hopikins de Baltimore (EE UU), no necesitó ese tipo de fraude para conocer en detalle el descubrimiento del español y adelantarse a él publicando en Science un trabajo similar: el propio Perucho le envió una copia del artículo nada más mandarlo a Nature confiando en que, ante la importancia del descubrimiento, éste sería recogido en la revista de la Real Academia de Ciencias de EE UU: "Él puede, como miembro de esa entidad, proponer artículos. No lo hizo, y es algo que clama al cielo".

Vogelstein debe su prestigio a que puso "orden en el campo de los oncogenes" y está convencido, según Perucho, de que o tendrá el Premio Nobel por su nuevo trabajo sobre el cáncer de colon. Porque el gen mutador que está detrás de las manifestaciones descritas por ambos investigadores aún no ha sido aislado, y Vogelstein parte con ventaja en esa tarea.

"Los cazadores de genes continúa Perucho, "se caracterizan por buscar los genes a base de fuerza bruta: producen un ataque en masa protagonizado por un equipo de 20 o 30 personas que trabajan sobré el área donde se cree que está el gen. Nosotros somos tan sólo seis o siete investigadores".

Esa precariedad de medios evoca en este manchego el malestar que le produjo la "desorganización" del encuentro en la Fundación Areces, en abril de 1992, donde presentó por primera vez su descubrimiento, y arremete también contra el ambiente cargado de obstáculos y manipulaciones de la investigación en España. Recela de la "omnipresencia" del catedrático de Microbiología Julio Rodríguez Villanueva, miembro del comité de la Fundación Areces. "Su única contribución de relieve a la ciencia ha sido traducir un libro de microbiología del inglés al castellano. Es una desgracia para la ciencia nacional: controla más del 50% de la microbiología española porque el sistema de cátedras le ha permitido ir colocando a sus hijos adoptivos".

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