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UNA RESTAURACIÓN TORMENTOSA

La tesis de los autores

El teatro de Sagunto es un teatro romano -el más importante del Mediterráneo, después de los italianos-, pero los saguntinos lo han vivido durante siglos, y de acuerdo con su aspecto mutilado, como si fuera griego. Incluso en una ocasión -declara el arquitecto Portaceli- se produjo esta confusión por parte de la Academia de Bellas Artes de San Carlos.El prototipo de teatro griego es abierto, el escenario es pequeño, tras el semicírculo de la orchestra, y se ubica en zonas no urbanas, como es el caso de Delfos o Sagesta. Por contraste, el teatro romano cuenta con un frons o frente escénico muy ornamentado y constituye una construcción urbana. Grassi y Portaceli han repuesto los muchos elementos que le faltaban al teatro, pero, a falta de vestigios originales suficientes, y rehuyendo una restauración mimética, han apostado por el estilo racionalista, ladrillos vistos, líneas rectas, inspiración funcional.

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Las razones que esgrimen para tal decisión son fundamentalmente tres. La primera es una declaración de principios: históricamente, pocas restauraciones (la misma iglesia de Santa María en Sagunto, con nave del siglo XV y torre del XIX) han repetido el estilo preexistente. La segunda contiene un valor pedagógico, coherente con la condición profesoral de sus autores: ahora la gente puede saber con total claridad cómo era y funcionaba un teatro romano. Y la tercera es de orden práctico: la introducción de elementos modernos en la restauración, incluidos los servicios sanitarios, los montacargas, permitirá las prestaciones que una intervención más conservadora no habría logrado.

Los dos aspectos que a primera vista irritan más al visitante son, en primer lugar, el muro que, respaldando la escena, se alza ante el paisaje. El segundo es el revestimiento de las piedras por nuevas piedras calizas blancuzcas y porosas. El primer elemento, según la tesis de los autores, era obligado, y el paisaje puede entreverse a través de unas altas puertas correderas. En cuanto al revestimiento de las gradas, se arguye que su estado era deplorable y peligroso, aunque haya venido acogiendo durante décadas a miles de asistentes a conciertos y dramas. Las barandillas de hierro que se han instalado en esa cávea, más las rejas y ventanas sobre la escena, responden -según Portaceli- a una imposición externa, por razones de seguridad. Seguridad que, pese a todo, no le parece asegurada al arquitecto Francisco Muñoz, partidario además de haber recubierto la piedra con materiales trasparentes y de un escenario desmontable. Tanto Muñoz como la directora de Las provincias, que no elude señalar el encanto humano de Grassi, el arquitecto prometió una leve intervención sobre la escena. Puesto que las críticas han arreciado después y siguen en aumento, la Consejería de Cultura ha dispuesto la creación de un centro de información en la llamada Casa del Mestre (Casa del Maestro), en el camino de acceso al teatro. El titular, José María Morera, cree que los ciudadanos irán asumiendo "el impacto que provoca actualmente la obra, tal como ha venido sucediendo con la discutida restauración de la Capilla Sixtina o con la pirámide de Pei, en el Louvre".

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