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Entrevista:Andy GarcíaActor

"Quiero acabar con la dictadura de Castro"

David Trueba

Había agitación en los estudios Paramount. Esa misma mañana acababa de dimitir su director Brandon Tartikoff. Cámaras y periodistas apostados a la puerta. Sin embargo, Andy García estaba muy tranquilo, trabajando en el montaje de un documental sobre el músico cubano Cachao. "Es un bajista genial, afincado en Miami, uno de los pioneros del mambo", dice. "Hace unos meses organizamos un concierto y decidí rodarlo y completarlo con una entrevista con él".En el documental se puede ver a Andy dando palmas, al escritor Guillermo Cabrera Infante observando con seriedad cómo el actor Robert Duvall muestra sus habilidades de bailarín de mambo o al saxofonista Paquito d'Rivera. ¿Qué hace Robert Duvall ahí?. "Está interpretando un papel de cubano en su última película y vino a verme para prepararse, así que me lo llevé al concierto, es un fanático del mambo y bueno, ya tú sabes, los cubanos terminamos por convertir a todos nuestros amigos en cubanos".

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Pregunta. ¿Por qué eligió a Guillermo Cabrera Infante para el guión de Lost city?

Respuesta. Siempre he admirado las novelas de Guillermo [Cabrera Infante] y tenía la idea de hacer una película sobre aquella época, los años de la Revolución pero desde el punto de vista de la música, del Tropicana Cuando tuve la oportunidad, hablé con el productor Gary Luchessi y decidimos proponérselo a Guillermo. Yo no le conocía así que fui a Londres, llamé a su puerta y le dije: "Quiero hacer esta película y si usted no la escribe yo no la hago, porque usted es el único que puede escribirla". Debió de ver algo en mí de loco cubano por la música, porque pese a sus anteriores malas experiencias como guionista de cine aceptó hacerlo. Yo le hablé mucho de sus novelas, de los momentos que me gustaría reflejar en la película, no sé, supongo que le caí bien...

El primer guión tenía 340 páginas y yo, ingenuamente, lo traje a Paramount y pusieron el grito en el cielo. No lo podían ni leer, demasiado para ellos. Guillermo lo acortó y reestructuró pero sin perder nada del espíritu y del ambiente que narraba, ahora está más acoplado a lo que los estudios quieren, pero como Bailando con lobos o Platoon, este tipo de proyectos siempre son una batalla personal.

P. ¿Cuándo piensa rodarla?

R. Si fuera un poco más barata ya. la habría hecho hace tiempo. No va a ser un proyecto a lo Hollywood, pero quiero que todo esté muy cuidado. Quiero rodar con la luz del invierno en el Caribe. Aquí asusta todo lo que es original, pero en Hollywood se equivocan al creer que hay que repetir los éxitos, hay que ofrecer cosas únicas. Constantemente me preguntan %por qué se interrumpe aquí la historia y hay este número musical de un tal Benny Moró o Bola de nieve?". Y yo les contesto: "Porque de eso trata, esas son las razones por las que quiero hacer esta película". 0 llegan a proponerme guionistas para reescribir el guión. Y yo les digo: "¿Se reescribe a Hemingway?". Esta es una película de género y el género es Cabrera Infante, porque él tiene su propio género.

P. El guión habla de amor y de música, pero al mismo tiempo no elude la política, es muy directo. Es algo así como Casablanca cruzada con Novecento.

R. Sinceramente es un ataque a la política en general. La ciudad perdida es una película anti Batista, anti castrista, pero pro Cuba. Todas las películas tienen un punto de vista. El nuestro es que el político y la política son los antagonistas, mientras que la música, la literatura, la gente son los verdaderos protagonistas. Es más Novecento que Casablanca, aquí el protagonista es alguien con raíces, enamorado de su tierra, de la música de su club. El es cubano, pero no se afilia a ninguna de las dos facciones en lucha. Lo que ambos movimientos crearon fue la destrucción de la democracia, ninguno respetó la Constitución. El padre del personaje es un senador, alguien con respeto democrático, defensor de los derechos humanos, ésa es la politica que defiende nuestro personaje.

P. The lost city es más que un título una declaración sobre La Habana en particular y Cuba en general.

R. Yo estoy absolutamente comprometido con Cuba, quiero acabar con la dictadura de Castro. La ciudad está perdida, aquella Habana nunca volverá a existir, pero hay que avanzar. Cuanto antes empiece el cambio, mejor. Yo quiero ir a Cuba y ayudar en lo que pueda. Lo que no voy a hacer es ayudar a Fidel Castro. Fidel tiene que mirar a su país en términos de miseria, de violación de los derechos humanos, es un auténtico desastre. Cuba es una país que, económicamente, siempre ha estado en mejor situación que sus vecinos. Su economía en los cincuenta era muy poderosa, hay que recuperar aquella posición, y por supuesto recuperar la democracia. En Cuba se ven mis películas y eso me emociona. Sé que allí me aprecian, que me sienten parte de su pueblo.

Y yo con ellos tengo la misma relación, por encima de la política. Hay un guaguacó muy lindo de los muñequitos de Matanza (canta): "Yo soy cubano y no lo niego. Por mi Cuba yo me muero y no lo niego". Esa es la realidad. Soy cubano, pero no castrista.

P. ¿Cree que los latinos de Estados Unidos serán capaces de hacerse con poder en la industria de Hollywood? ¿Aparecerá un Spike Lee latino que utilice la provocación para hacerse oír?

R. Sinceramente, creo que depende del diseño de provocación. Si es inteligente y justa estoy de acuerdo, pero si la motivación para provocar es comercial... Provocar siempre es bueno, pero me gustaría pensar que se hace con buena intención. Ahora mismo hay muy pocos directores hispanos, pero vamos a cambiar eso. León Ichazo, Orlando Jiménez Leal, lo están intentando. Y actores como Raúl Juliá, Héctor El¡zondo, Eddie Olmos, cada vez estamos en una mejor situación, dirigimos nuestros propios proyectos. Cada vez más, se van a rodar películas con tema hispano pero, eso sí, habladas en inglés.

P. Viviendo en Los Ángeles, una ciudad donde el 46% de la población es de origen latino, ¿cómo vio los disturbios de mayo y en general los problemas raciales y sociales de EE UU?

R. Aquí siempre ha habido problemas de este tipo en lo que se llama inner city (el interior de la ciudad). No es la primera vez que desembocan en violencia. Los disturbios fueron muy importantes, como llamada de atención sobre los problemas de

ciertas áreas de población, pero yo no creo sea un problema americano, creo que es un problema mundial, es un problema social. Yo asumo mi responsabilidad a nivel personal, trato de ser un ejemplo para la juventud. Muchos de los problemas vienen por familias destruidas, niños que en su casa carecen de ejemplos positivos. Salen a la calle buscando esos modelos en los amigos, en las bandas... hay que tratar de acabar con eso.P. Hero, dirigida por Stephen Frears, es su primera comedia y usted trabaja en ella junto a dos nombres importantes como Dustin Hoffman y Geena Davis.

R. Hero es una comedia muy satírica, bastante negra y sofisticada. Muy en el estilo de Preston Sturges o Frank Capra. Aparte del guión, me atrajo muchísimo trabajar con Stephen Frears, yo admiraba mucho sus películas anteriores. A la vez también era su primera comedia y su primer proyecto en Hollywood con un película de estudio y de gran presupuesto. Esto también implica una fuerte presión y uno debe ser inteligente y no terminar por hacer una película diferente a su idea original. Con experiencia y poder, puedes mantener una relación más privada, donde te dejen trabajar. Para otros, por falta de costumbre, puede ser una lucha agotadora. Yo creo que Frears prefiere el mercado independiente, aunque se manejó muy bien con ellos.

Mi personaje era complicado, yo intenté que tuviera un aspecto real, que la comedia viniera de la situación, no del actor, que las cosas que le pasan y lo que siente fuera real. Un día durante el rodaje, el guionista David Peoples me dijo: "¿A ti te gusta Buster Keaton? Porque me recuerdas a él". Bueno, Keaton es mi actor de comedia favorito junto a Jacques Tati. Los dos son muy reales, muy económicos, dejan que la comedia venga de la situación y no de una gracia de ellos.

P. En Jennifer 8, interpreta a un policía que trata de proteger a la próxima víctima ciega (Urna Thurman) de un implacable serial killer. Es curioso que después de Frears, Kenneth Branangh, Mike Figgis, Ridley Scott, vuelva, en este caso con Bruce Robinson, a trabajar con un director inglés. ¿Prefiere directores europeos o han sido sólo coincidencias de su carrera?

R. Bueno, es algo de lo que no soy consciente, pero reconozco que me gusta la sensibilidad europea, me atrae ese diferente punto de vista. Jennifer 8, por ejemplo, destaca por su ambiente, su cuidada fotografía, es un tipo de película inusual. La rodé varios meses después de Hero; es pura coincidencia que se estrenen juntas. Elijo cuidadosamente y no hago muchas películas. No me importaría hacer muchas más, pero no abundan los buenos guiones. Hay mucha gente con la que me gustaría trabajar y estoy a la espera de encontrar el proyecto adecuado que nos guste a ambos.

P. ¿Cómo consiguió abrirse camino en Hollywood?

R. Llegué a Miami a los cinco años, con mis padres y, allí mismo, en Florida estudié interpretación. En 1978 decidí mudarme a Los Angeles para buscar trabajo y piense que hasta 1985 no interpreté un papel en cine que se pudiera considerar importante, en The main season. Fueron siete duros años, especialmente difíciles para cualquier actor latino o negro; es muy difícil abandonar el estereotipo, que no te miren como "actor latino", sino sencillamente como actor. Luego, una vez que empiezan a conocerte tienes que luchar porque no te encasillen en el mismo papel. La batalla es constante.

P. Ha hablado de Jacques Tati y de Buster Keaton, pero es de suponer que cuando comenzó su carrera admiraba a actores contemporáneos.

R. Bueno, me estusiasmaban el James Bond de Sean Connery las comedias con Peter Sellers. En los setenta se produjo la gran eclosión del cine americano. Fueron los años de El padrino, El último deber, Shampoo, Midnight cowboy, Taxi driver, películas que en sí mismas son maravillosas, pero que al mismo tiempo revolucionaron la actuación cinematográfica. Eran interpretaciones muy reales y a la vez con mucha profundidad y me marcaron mucho a la hora de decidir ser actor. Años después he llegado a actuar con muchos de ellos. Con Dustin Hoffman, Al Pacino, Robert de Niro, Robert Duvall... es un sueño lograr trabajar con aquellos actores que tanto admiraba. Son oportunidades no sólo para aprender, también quieres mostrarles tu trabajo, que tienes talento.

P. ¿Y Sean Connery? Con él trabajó usted en Los intocables, la película que le situó definitivamente como un actor a tener en cuenta.

R. Sean Connery es larger than life (más grande que la vida), fue un auténtico placer trabajar con él. Es una grandísima persona. En Los intocables acerté al sospechar que podía ser una película que despertara mucha expectación. Era un guión sencillo pero con mucho potencial visual. Dio la casualidad que fue una película muy taquillera y me benefició mucho.

P. Pero fue El padrino III la película que le situó como una estrella en Hollywood. Es de imaginar que tras Marlon Brando y Al Pacino, usted es el "padrino" en reserva.

R. Sí, soy el "padrino" en reserva... y yo encantado haría la cuarta parte, pero siempre que fuera Coppola quien dirigiera y, escribiera la película. Es un director fantástico improvisa mucho, te da mucha libertad. Le gusta mucho hablar, describirte el ambiente, lo que está pasando en la familia, te da toda la informacion posible, las motivaciones, las ansiedades, los puntos; fuertes y débiles de los personajes, para que cuando empieces la. película no seas tú como actor quien interpreta las cosas, sino el personaje. Y esos son papeles muy difíciles de conseguir, mucha gente pelea por ellos.

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